La XXIX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno inicia hoy en la ciudad ecuatoriana de Cuenca bajo el lema “Innovación, inclusión y sostenibilidad”, evento marcado por la ausencia de mandatarios.
Para este jueves, en el Museo Pumapungo, están previstas reuniones de cancilleres y en la noche tendrá lugar el acto inaugural, liderado por el presidente de Ecuador, Daniel Noboa.
Luego, el viernes, se realizará la sesión de alto nivel con los jefes de Estado y de Gobierno, así como con los líderes de las delegaciones presentes.
Al finalizar, deberán adoptar la llamada Declaración de Cuenca y se realizará el traspaso de la secretaría pro témpore de Ecuador a España.
Esta edición de la Cumbre tiene como objetivo buscar soluciones creativas a problemas comunes, como el acceso al empleo, a la educación, al fortalecimiento de la conectividad, así como el uso de nuevas tecnologías, indican los organizadores.
Si bien el Gobierno de Ecuador lleva meses preparando el evento, la cancillería no ha precisado qué cantidad de mandatarios estarán presentes «por temas de seguridad y otros particulares».
Medios locales señalaron que se esperan solamente seis de los más de 20 líderes convocados a la cita, entre ellos el Rey de España, Felipe VI.
De ser así, esa sería la cifra más baja de participación en la historia de esas Cumbres, que comenzaron en 1991.
Sobre ese tema, la canciller ecuatoriana, Gabriela Sommerfeld, reconoció a un medio de comunicación que hubiera «sido más bonito o importante que lleguen más Jefes de Estado. Entendemos por las cartas que hemos recibido que hay temas externos o internos que han impedido que lleguen».
Mientras, organizaciones sociales de Ecuador marcharán hoy en Cuenca como parte de la Contra Cumbre de los Pueblos en Resistencia, espacio para debatir sobre las problemáticas que afectan a nivel local, nacional y regional, y proponer alternativas y soluciones construidas colectivamente.
Para garantizar la seguridad de la cita iberoamericana, la Policía Nacional contará con 2 400 efectivos desplegados en la ciudad y el alcalde, Christian Zamora, amenazó a los manifestantes y les dijo que las protestas debían ser lejos de la sede del evento principal.
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