Tras los comentarios a nivel de pasillo, llegó luego, muy luego, la confirmación oficial: no habrá Serie Nacional de Béisbol hasta de aquí a casi un año, en tanto la III Liga Élite será en marzo.
Para algunos —y no les falta razón— es un letargo demasiado extenso para lo que es el mayor pasatiempo nacional y uno de los pocos alivios recreativos de la nación. Para otros, pese a la opinión de los detractores, tiene cierta lógica y no justamente por las razones deportivas que se esgrimieron en la nota del anuncio y sobre lo que hablaremos después.
La pelota no es un hecho aislado. Y la Serie Nacional, que ha sobrevivido en medio de las más adversas condiciones, tampoco. En ese sentido, me parece contraproducente realizar la Liga Élite en la fecha en que se ha desarrollado en los últimos tiempos, o sea, a finales de año, en medio de un escenario de guerra económica, tal como la han calificado las máximas autoridades del país.
En ese concierto resulta incoherente realizar un evento que aún no ha mostrado toda su validez después de retomarse, no al menos en un país que se debate en repartir una gota de combustible entre la generación eléctrica y las ambulancias, que se debate en qué garantías establecer para comprar con un dólar el arroz y el azúcar de la canasta familiar, los insumos para producir alimentos o el medicamento que falta en la farmacia
Concordemos en que, ante cualquiera de esos competidores, la pelota y cualquier evento deportivo e incluso cultural, pierde jerarquía, aunque en el caso de estos últimos debía reevaluarse cuáles mantener en medio de una situación extrema.
Un evento como la Élite demanda una logística importante de todo tipo y de la cual el país hoy no dispone, sin hablar de las motivaciones que pudieran tener los jugadores a partir de la conformación más reciente del equipo Cuba al Premier 12.
Ahora, habría que analizar qué tan conveniente es, deportiva y económicamente hablando, desarrollar la tercera Liga Élite de marzo a junio, aun en el supuesto de que se alivien las tensiones económicas, financieras y energéticas del país.
En ese lapso estaría de todos modos “entrometida” en los primeros meses del período lluvioso. Lo otro es cómo reactivar los equipos protagonistas, a saber, los seis primeros de la Serie Nacional que terminó en julio, o sea, siete meses después de haberse apagado la llama de aquel evento, sin hablar de la desconexión del público.
Lo aconsejable, desde mi modesta opinión —que no pesa en decisiones que son de país—, es que la Liga Élite se suspenda hasta que las condiciones del país lo permitan. Lo dictan las condiciones excepcionales de un país al que todos los días le pesan más las medidas del bloqueo estadounidense y las carencias internas.
La sugerencia no me parece descabellada. Fueron situaciones excepcionales las que obligaron a no realizar dos veces los Juegos Olímpicos por razones asociadas a las guerras mundiales y, más recientemente, la covid obligó a trasladar las Olimpiadas de Tokio del 2020 al 2021. Hasta donde sé, la Liga Élite de béisbol no les llega ni a los talones en importancia a esos eventos.
Suspenderla propiciaría dedicar los pocos recursos que tiene el país a desarrollar la Serie Nacional en su versión 64, que demanda un andamiaje logístico aún más fuerte y que es, en definitiva, el principal evento sociocultural que tiene Cuba
Y aunque vivamos un letargo de meses, llevar el Clásico nacional al mes de septiembre estaría más a tono con la fecha tradicional de ese torneo, que sobrevivió por años con su arrancada en noviembre, un calendario más apegado a las condiciones meteorológicas de la nación, pues a esa altura ya no existen las lluvias o ciclones que en los últimos años han obligado a suspender varios juegos, y cuando tampoco se sufren las altas temperaturas de julio, como en la pasada edición, cuando no pocos peloteros sintieron su impacto y el del sol en medio del terreno, donde algunos se desmayaron.
Ello, para mí, no tiene que ver con que la Serie del Caribe nos invite o no, o si tenemos que ir a la Premier 12. Por la tónica de las conformaciones de los equipos Cuba a los más recientes eventos, incluido el Clásico Mundial, los peloteros que juegan nuestra Serie Nacional no son mayoría y sí quienes juegan fuera de la isla, tengan o no calidad, mantengan o no rendimiento. De ahí que no tenga mucho sentido subordinar su calendario al del mundo beisbolero, al que cada día le van quedando menos opciones.
Digo más. Cuando incluso se organizaban más eventos internacionales que ahora, Cuba defendió a capa y espada el cronograma tradicional de su Serie Nacional, por un elemental sentido del prestigio del propio evento. Es lo que hacen las ligas profesionales de los diferentes países, aunque sus peloteros principales vayan a jugar a la MLB y no animen la suya.
No son iguales las realidades, pero para seguir en el camino del rescate de la esencia del béisbol se ha de comenzar por fortalecer su principal certamen.
Totalmente de acuerdo con los criterios de la periodista. Ya la liga elite no tiene sentido y muy importante no subordinar nuestra serie nacional a los eventos nacionales. Realmente es un análisis profundo y lógico.
Usted tiene razón. La Liga Élite no genera ninguna expectativa y sí muchos gastos.
Estoy de acuerdo con Usted se debe de fortalecer los eventos de base desde una serie municipal hasta una serie provincial en todo este periodo y hacer buenas selecciones provinciales para la serie nacional eso ayudaría a mi forma de ver a fortalecer el pensamiento táctico de los pichert por ejemplo o mejorar la defensa de los jugadores de cuadro y en ultima instancia que el INDER convoque a los jugadores de béisbol a fomentar en cada territorio los auto consumos del organismo para que la serie nacional sea sea menos carga para la economía del país.