SNB63: El cantío redentor de los Gallos

Clasificar entre los ocho primeros y acceder a la postemporada fue el mérito mayor de Sancti Spíritus en la Serie Nacional

La Serie 63 deja también lecciones para el futuro del conjunto. o: Roberto Javier Bermúdez).

Para la tierra del Yayabo, el béisbol entró en calma relativa, aunque muchos espirituanos siguen asomados a los play off sin su equipo dentro.

Y con ese estado relajante que queda después de vivir el terremoto de la temporada, con sus cuartos de final incluidos, llega también esa distancia emotiva para ver, sin la lupa de las emociones, cuál fue justamente el saldo para los Gallos en la Serie 63.

Como casi siempre, se forman dos bandos. Unos —al parecer los más— los aplauden y reconocen; otros abogan por juzgarlos con la misma vara. A ambos les asiste la razón en esa guerra de opiniones contrapuestas.

Sin el ánimo de convertirse en juez, ni mucho menos mediador de controversias, Escambray opta por asirse a la objetividad, si es que tal categoría cabe en cuestiones de pelota; pero, como mismo ningún juego se parece a otro, tampoco lo hacen las series. Y a esta, la 63, hay que mirarla con sus colores propios desde que comenzó para los espirituanos, y no solo lo que ocurrió en seis partidos de cuartos de final.

Si tuviera que buscar un calificativo para el papel de los Gallos en la Serie —a sabiendas de que cada cual tiene el suyo—, le pondría el de decoroso; y fundamento mi punto de vista. Para tener derecho a la postemporada, los espirituanos debieron gastar todas sus armas y reservas para clasificar en los últimos 21 juegos —de los que ganaron 18— y ya en el play off llegó ese momento en el que, acechados por varios aspirantes, tuvieron que jugar al full, como dicen los deportistas. Y ese fue su play off, matizado por la tensión y la presión.

Al margen de que los pinareños iban a ganar de todas formas, creo que eso pudo pasarles factura, sobre todo a los bateadores, reducidos a solo nueve carreras en seis juegos, en parte también por la improductividad ofensiva, un mal que se ratificó ahora; y le pongo ejemplos: en el quinto juego, pese a ganar, los discípulos de Lázaro Martínez conectaron 11 indiscutibles y solo anotaron tres veces, las mismas que concretaron en el sexto, con más incogibles: 13.

Y, aunque por lógica todas las miradas se enfoquen en quienes se considera deben halar a los demás, como Yunier Mendoza y Frederich Cepeda, la falta de oportunidad en el bateo fue general.

Clasificar entre los ocho primeros y acceder a la postemporada fue el mérito mayor de Sancti Spíritus, mucho más después de aquellas nueve derrotas consecutivas del inicio, y también del paso irregular durante el segundo tercio, cuando estuvieron casi siempre en lugares zagueros de la tabla. Que pudieran hacerse del último boleto en circunstancias como las ya descritas aporta otro gramo al decoro. Y hay que decir que lo lograron a fuerza de coraje y de una garra que no siempre mostraron a lo largo de la campaña. Que llegaran a esa instancia casi solos, con deudas en la atención y sin el apoyo de su público que le dejó las gradas vacías hasta antes de cuartos de final, refuerza la honra del equipo.

Que luego hayan ofrecido resistencia al punto de forzar un sexto juego dice que cayeron con honor ante un rival superior en todos los sentidos. Que le hayan propinado casi dos lechadas a una batería tan poderosa, y que hayan ganado un quinto juego de la manera en que lo hicieron ante su público, calmó algunos ánimos y les granjeó el reconocimiento de parte de su público.

Y aunque algunos han cuestionado, con su derecho, lo que interpretan como un arranque de conformismo, ratifico que no suelo congeniar con esa postura, pero no se le pueden pedir peras al olmo. Quien se haya conectado con los play off  vio que el resto de los cotejos se fue hasta el séptimo juego, como muestra de la paridad entre los contendientes,  lo cual corrobora que el de los Gallos-Pinar era el más desproporcionado y, sin embargo, los muchachos lucharon, pese a llegar con dos ausencias importantes en su staff, como José Isaías Grandales y Alex Guerra, sin contar que el zurdo Yohanny Hernández no pudo cumplir su cometido dos veces como abridor, tal como lo hizo en la fase regular, cuando ganó siete juegos, vitales para que los Gallos clasificaran. Hablar de la defensa sería llover sobre lo mojado. La despedida del play off con cinco errores dice que no se puede aspirar a ganar con una defensa tan endeble y obliga a mirar con más preocupación este indicador.

Enfrentar a los pinareños fue algo así como un encuentro entre un tsunami y un huracán, donde, lógicamente, el primero es más fuerte, aun cuando no haya ganado de manera arrasante. El octavo puesto de los Gallos es lo que más se parece a ellos, situados como están en la media del béisbol cubano.

No hay que olvidar que debieron inyectar sus filas con no pocos jóvenes para llenar una nómina que, salvo las excepciones de Mendoza, Cepeda, Dunieski Barroso y Yohanny Hernández, es bien bisoña. Pero, esto último habla también de una cantera con la que se necesita seguir trabajando de cara a otras series. Hay que reconocer también el rol de Lázaro Martínez para nuclear al colectivo y encontrar las armas para clasificar cuando parecía una quimera y también por insuflarles la sed de triunfos cuando las cosas se tornaron de los colores más grises.

Los Gallos reposan, pero no el béisbol. En días llegará, como siempre, el harakiri colectivo para evaluar lo pasado y proyectarse hacia el futuro; varios temas deben estar sobre la mesa.

¿Convertimos a Rodolexis Moreno en siol y “fabricamos” otro para tercera o seguimos improvisando en posiciones claves? ¿Cómo resolver los problemas defensivos de Lázaro Fernández, un hombre muy útil con el bate y la disposición? ¿Apostamos por la juventud de los brazos con roles más decisivos en el staff o los dejamos perder sin lanzar? ¿Seguimos importando peloteros como si Sancti Spíritus fuera un comodín donde algunos vienen y se van a su antojo, mientras otros bisoños esperan en una provincia donde el béisbol es el primer lugar integral del país? ¿Cómo asumir la indisciplina mayúscula de Carlos Gómez, quien en medio de un juego decisivo saltó a las gradas a fajarse con el público pinareño? ¿Forzamos el retiro de Cepeda y Mendoza cuando aún rinden y sus posibles relevos no se ven a kilómetros de distancia? Con tanto tiempo por delante hasta la otra campaña, ¿insistimos con una miniprovincial de nueve juegos?  Ahora que Lázaro Martínez ha dicho a Escambray que ya cesa en sus funciones, ¿vendrá la segunda temporada de Eriel Sánchez como se comenta o se buscan otras opciones? Para comer y hacer sobremesa, hay suficiente manjar.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

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