Sostenibilidad y resiliencia, la fórmula de Cabaiguán

Mitigar los procesos de degradación del suelo al adoptar prácticas agroecológicas contra los efectos de la desertificación y la sequía responde a una de las estrategias en beneficio de la seguridad alimentaria de Cabaiguán, uno de los mayores emporios productivos de Cuba.

Aleida Yanes González, especialista de la delegación de Ciencia, Tecnología, y Medio Ambiente (Citma) en el municipio, detalló que el Ministerio de la Agricultura de conjunto con las bases agropecuarias implementan medidas enfocadas en la conservación y el mejoramiento de superficies cultivables.

Esta resulta una de las líneas incluidas en la gestión ambiental de la localidad para atenuar las derivaciones del cambio climático y asegurar garantías de alimentación a tono con la estrategia de desarrollo territorial.

Cada uno de los proyectos con posibilidades de ejecutarse incorporarán este aspecto, otro encargo del país a favor de la llamada conciencia verde que ha de convertirse en regla. 

La Ley No. 150 del Sistema de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente se propone la búsqueda de alternativas ante eventos de sequías extremas.

“Apostamos por conductas resilientes frente a los efectos con incidencia en las variables climáticas. En el caso de la sequía, debemos continuar trabajando en lograr variedades adaptables de cultivos específicos”, sentenció.    

De los fondos de la Unión Europea, la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, con más de 32 millones de euros recaudados, una parte corresponde a Cabaiguán, que busca su sostenibilidad en el camino hacia la transición ecológica.

Identificados los peligros, vulnerabilidades y riesgos del municipio y conocidas sus potencialidades, se consideró entre los ocho elegidos a escala nacional para materializar la iniciativa que articula a sectores cabaiguanenses claves bajo el liderazgo del Gobierno local.

Yanes González refirió que con la integración de resultados se aspira a buscar soluciones viables que incluyan prácticas de producción y consumo sostenibles, transferencia de tecnologías limpias y encadenamientos productivos a favor de la necesaria respuesta de problemas globales, desde un enfoque de género e inclusión social, para promover territorios resilientes y disminuir la huella de carbono.