“Tejo blusas, vestidos, mochilas…”. El comercial lo hace Tania Guevara Castellanos y combinaba con el atuendo que exhibía una mañana de colores e hilos.
Siempre que acude a la sede de la filial cabaiguanense de la Asociación Canaria de Cuba Leonor Pérez Cabrera, tiene reservada una esquina en la terraza de esa casona, fértil en remembranzas y colecciones patrimoniales, para aislarse de la multitud y crear.
Sus manos desbocadas delatan sensibilidad y destreza, competencias evidentes en una blusa de círculos perfectos capaz de robarse las miradas ajenas; una de las tantas obras con sello de la tejedora que diseña su propio calzado.
“De ver cierta modalidad de hilo digo: lo cogeré para esto. He cometido muchos errores, cosas que quiero hacer de una manera y después toman otra forma. Cuando no me gusta una pieza o me aburrí de lo iniciado, lo desbarato y emprendo algo diferente”.
La remediana de cuna matriculó en la otrora Academia de Artes Manuales radicada en esa legendaria ciudad de parrandas. A Cabaiguán, donde ha compartido sus saberes por más de tres décadas, trajo la técnica y sus agujetas.
“Al ganar en edad me fui a Bayamo para cursar un seminario sobre macramé y bordado a mano. Al integrar esos contenidos gané en conocimientos acerca del tejido y a los 16 años comencé a trabajar la artesanía”.
Esa pasión por el miñardi, el punto marca y el encaje de Tenerife mantuvo a Tania Guevara por varios años al frente del Grupo de Tejidos y Bordados de la Casa Canaria del municipio para preservar las tradiciones isleñas.
“Las interesadas querían profundizar en demás técnicas. Mantuvimos los encuentros hasta que al declararse la emergencia sanitaria por la covid se desintegró el colectivo. Para impartir clases debes disponer de variedad de hilos y otros insumos, pero carecíamos de materias primas para cederlas a las aficionadas”.
En los intentos por desenredar las limitaciones de recursos, no pocas manos virtuosas en defensa de la tradición, herencia de la emigración canaria, recurren a esta experimentada de las manualidades que ha contribuido con sus creaciones a las pasarelas de la identidad. “Pasada esa página, me visitan en la casa ansiosas por conocer cómo tejer determinada prenda”, refiere.
“Paciencia es lo más que lleva. Muchas personas piensan que tomas una agujeta y con par de puntadas terminas un vestido. Todo requiere de horas de dedicación. Con los años sientes el desgaste en la visión, dolores…”.
Para Tania Guevara Castellanos tejer es un bálsamo. Convencida de ese placer, cuando viaja obvia el paisaje porque el crochet la embelesa.
“Un gorro lo hago en una sentada, pero una blusa como la que llevo puesta hoy implica tiempo. Todos los días no tejo, ni tampoco la jornada entera. Me paro, voy a la cocina, me siento, hago esto y así…”.
Mujer emprendedora que no complace con su trabajo. Artista de las agujetas que lleva su arte con destreza. Felicidades