A principios de septiembre, en lo que se esperaba fuera el período más activo de la temporada de huracanes, el Atlántico presenta una calma inusual. A pesar de las predicciones de más de 20 tormentas, no se ha formado ninguna desde mediados de agosto, lo que sorprende tanto a meteorólogos como a expertos climáticos. Esta racha sin tormentas es la más larga en 56 años.
Phil Klotzbach, investigador en huracanes de la Universidad Estatal de Colorado, expresó su asombro por esta calma inesperada. “Si me hubieran dicho hace un mes que no se desarrollaría nada después de Ernesto, no lo habría creído”, dijo. Las condiciones ideales para la formación de huracanes están presentes, como la temperatura cálida del océano y vientos favorables, pero las tormentas no se materializan.
Expertos atribuyen parte de este fenómeno a los efectos del cambio climático. Matthew Rosencrans, del Centro de Predicción Climática de la NOAA, sugirió que esta calma podría ser un anticipo de un comportamiento más errático de las tormentas en el futuro. A medida que el planeta se calienta, las tormentas podrían volverse menos frecuentes, pero más intensas.
Una de las causas detrás de esta calma es el desplazamiento de las tormentas que se originan en África hacia zonas más al norte. Estas áreas, cercanas al desierto del Sahara, presentan condiciones menos propicias para la formación de huracanes. La combinación de aire seco y aguas más frías está impidiendo el desarrollo de tormentas en el Atlántico.
El monzón africano, que este año ha sido particularmente húmedo, también podría estar contribuyendo a esta calma, según un estudio reciente. Demasiada humedad, paradójicamente, puede desorganizar las tormentas, impidiendo que se conviertan en ciclones tropicales.
Otra anomalía es la presencia de una pequeña mancha de agua fría en el Atlántico, un fenómeno conocido como La Niña Atlántica. Esta combinación de aguas cálidas en el Atlántico tropical y la mancha fría cerca del ecuador está afectando el desarrollo de tormentas en la región.
Los expertos advierten que, aunque la temporada parece inactiva por ahora, no se ha terminado. Más del 40% de la actividad ciclónica suele producirse después del 10 de septiembre. Klotzbach cree que la segunda mitad de septiembre podría ver un repunte en la actividad, a medida que las condiciones limitantes disminuyen.
Además, la actividad ciclónica podría intensificarse en octubre y noviembre, cuando se espera que La Niña se consolide. Las tormentas podrían formarse más cerca de las costas del Caribe y el Golfo de México, áreas que se encuentran en temperaturas récord.
Pese a la inusual calma, Klotzbach advierte que no es momento de relajarse. “Las tormentas volverán”, afirma. Esta pausa es solo una anomalía en una temporada que aún podría dejar su huella.
(Con información de agencias)
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