Todo cuanto he hecho ha sido por amor (+fotos)

Escambray conversa con Norma García Machado, una mujer que ha entregado su vida a la educación espirituana y a la Revolución

Durante su vida Norma ha recibido diferentes reconocimientos y condecoraciones. (Fotos: Roberto Javier Bermúdez/Escambray).

Norma nació en Esperanza, un municipio de la antigua provincia de Las Villas. Recuerda que su infancia en ese pueblo fue muy feliz y, aunque no tuvo hermanos, la vida le regaló varios primos.

Al ocurrir el golpe de Estado de 1952, en su casa comenzaban a gestarse acciones contra la dictadura y siendo casi una niña colaboró en el Movimiento 26 de Julio junto a su padre, que era jefe de Acción y Sabotaje en el municipio. Ayudó en la recogida de dinero, traslado de bonos y documentos, y en la confección de banderas, brazaletes y cocteles molotov.

“Al triunfo de la Revolución, con 14 años, ocupé el cargo de secretaria general de la Unidad Femenina Revolucionaria en el municipio de Esperanza, hasta que en agosto de 1960 se crea la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). También fundé y dirigí, en mi municipio, las Milicias Nacionales en el sector estudiantil en diciembre de 1959”, relata mientras se balancea en su sillón.

Es fundadora del Coro Flor y sus Maravillas, de la Cátedra del Adulto Mayor.

Inició la vida laboral, en noviembre de 1960, como oficinista en el departamento de Viviendas Campesinas, del Instituto Nacional de la Reforma Agraria, y ocupó diferentes cargos. Allí alfabetizó a ocho trabajadores, como miembro de las brigadas Patria o Muerte.

En 1966, a solicitud de la UJC y por la necesidad que tenía el país de técnicos en Construcción, estudió Dibujo Arquitectónico en la Escuela de Capacitación de la Construcción Luis Ruiz, de Santa Clara. Fue ubicada en la Unidad de Instalaciones Especiales del Micons de su municipio natal; hasta que en 1971 se trasladó a la ciudad de Sancti Spíritus, con sus tres hijos: Sonia, Diana y Yoel.

“Comencé a trabajar en la ESBU José Martí, en 1974, como profesora de Dibujo Técnico, y luego me solicitaron impartir Historia y Ciencias Sociales. En septiembre de 1982 pasé a ser directora de la Secundaria Obrero Campesina (SOC) Mártires del Granma para atender la Batalla por el noveno grado. Después dirigí la SOC Julio Antonio Mella y fui la secretaria docente allí hasta mi jubilación en 2006. Todo cuanto he hecho ha sido por amor”.

La jubilación no la hizo quedarse en casa y desde ese momento tomó las riendas de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor (CUAM) Raúl Ferrer Pérez.

Le encanta caminar por el bulevar espirituano junto a su hija Diana y su nieta.

“A la cátedra le dediqué 15 años, comencé como estudiante y luego la dirigí hasta el 2018. Allí fundé el Comité de Madres por la Liberación de los Cinco Héroes, el club martiano Patria, el grupo de investigación Huellas, el taller de manualidades y de literatura, y el coro Flor y sus Maravillas. La CUAM me marcó mucho, al igual que la alfabetización”.

Durante su vida ha recibido diferentes reconocimientos y condecoraciones que le han entregado el Ministerio de Educación, la Asociación de Pedagogos, las Fuerzas Armadas, la Central de Trabajadores de Cuba, la Asociación de Combatientes, la Federación de Mujeres Cubanas y la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores.

Entre ellos se destaca la distinción Rafael María de Mendive; las medallas de la Alfabetización y Jesús Menéndez; los sellos Aniversario 60 de la CTC y Aniversario 40 de las FAR, la condición Vanguardia Nacional por seis años consecutivos; y el Premio por la Excelencia Laboral, en 2002.

Aunque agradece todos los reconocimientos guarda con mucho celo La Utilidad de la Virtud, otorgado por la dirección nacional de la Sociedad Cultural José Martí.

Aunque agradece todos los reconocimientos, guarda con mucho celo los otorgados por la dirección nacional de la Sociedad Cultural José Martí: Honrar, Honra y La Utilidad de la Virtud.

Norma es militante del Partido Comunista de Cuba desde 1975 y fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas. A sus casi 80 años no deja a un lado las organizaciones que la han acogido y se mantiene activa cumpliendo las tareas que le asignan. A pesar de la edad, se le puede ver tan sonriente como siempre cantando en un coro, leyendo el periódico o paseando por el bulevar espirituano.

Adriana Alfonso Martín

Texto de Adriana Alfonso Martín

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