Trinidad: 36 años Patrimonio Cultural de la Humanidad

El último mes del año 1988, la ciudad recibió con regocijo el primero de los reconocimientos que muestran la exclusividad de sus valores históricos y culturales

Trinidad, 36 años después de aquel diciembre. (Fotos: Ana Martha Panadés/ Escambray)

La declaración del Centro Histórico de Trinidad y el Valle de los Ingenios como Patrimonio Cultural de la Humanidad el 8 de diciembre de 1988 marcó uno de los hitos más trascendentes para esta urbe colonial y moderna, de profundos contrastes, pero siempre bella. 

La ciudad nació entre rejas de singulares formas, llamativas edificaciones y calles empedradas. Su típica arquitectura de lujosas mansiones, con techos de tejas rojizas y portales de balaustradas de madera, muchas de ellas hoy museos, las antiguas plazas, los edificios públicos y el entorno natural entre la llanura, la montaña y el mar enorgullecen a sus hijos y enamoran al visitante.

No menos impresionante luce el extenso valle que la bordea; su legado de casas haciendas, torres, calderas y remanentes industriales se presenta como testigo de una época donde el azúcar devino principal fuente de prosperidad para la villa; siglos más tarde, en la fértil llanura renacen inmuebles de majestuosa belleza, la caña de azúcar y otros cultivos.

Inmuebles de impresionantes belleza conforman el Centro Histórico de la villa declarado Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1988.

Treinta y seis años después de aquel diciembre, Trinidad agradece el empeño de sus más preclaros hijos: Manolo Bécquer, Alicia García Santana, Silvia Teresita Angelbello, Víctor Echenagusía, Roberto López Bastida (Macholo), Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara y muchos más que develaron los encantos de esta urbe, donde otros espíritus también recorren sus calles y asoman en sus balcones. 

Cautivan, igualmente, la inspiración y el quehacer de artistas locales, quienes bebieron de la tradición para tallar su propia impronta y obsequiar a esta tierra otros atributos que hoy la embellecen: Ciudad Artesanal y Creativa de la Unesco, la magia de sus noches, los sabores de su cocina, sus ritmos de tambor y melodiosa trova, el brillo de sus luces y hasta de sus sombras…

Este 8 de diciembre la tercera villa de Cuba agradece la devoción con la que muchos defienden el patrimonio como bien común, motivo de gozo y de compromiso para que generaciones futuras puedan también disfrutarlo. 

Trinidad es una ciudad de bellos contrastes.

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

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