Trinidad, de Cuba y del mundo (+fotos)

La tercera de las villas fundadas por los españoles en Cuba ha sido privilegiada por la historia casi desde su surgimiento y es hoy una de las ciudades más atractivas de la Mayor de las Antillas

Turistas de medio mundo recorren a diario las calles empedradas de Trinidad. (Foto: Oscar Alfonso/Escambray).

Piedra a piedra nació Trinidad. Desde sus inicios fue próspera la villa que el Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar fundó junto a 20 de sus hombres y fray Juan de Tesín, su capellán. Hasta hoy se desconoce la fecha exacta de esa primera misa, pero el segundo domingo de enero todos festejan por estos lares el acontecimiento.

Y se anima la ciudad que no se parece a ninguna otra en Cuba y le da la vuelta al mundo en miles de fotografías, “hermosa por su arquitectura; cálida y espléndida por su gente y por los múltiples talentos que ella ha reunido a lo largo de los años”, según la definió Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana, ya fallecido.

La ciudad posee uno de los conjuntos arquitect[onicos mejor conservados del Caribe insular. (Fotos: Ana Martha Panadés/Escambray).

De tal suerte, el amor de sus habitantes y seguidores más devotos, junto a la vigilia permanente de autoridades y expertos han logrado preservar un sitio que posee uno de los conjuntos arquitectónicos mejor conservados de todo el Caribe insular, con un trazado urbano peculiar alrededor de su Plaza Mayor custodiada por la iglesia y hermosos palacetes convertidos en museos.

Mas, son sus empedradas calles tal vez el símbolo por excelencia de la urbe colonial; llegaron estas chinas pelonas como lastre de los navíos procedentes del Viejo Mundo, según cuenta la tradición local, y fueron sembradas en los antiguos trillos. Caminar sobre ellas agota un tanto, pero se disfruta a plenitud.

Desde una labor sencilla, como la jardinería, también se preservan los valores de la villa.

LA MAGIA DE UNA CIUDAD

Con títulos como Monumento Nacional, Patrimonio Cultural de la Humanidad, Ciudad Artesanal del Mundo y Ciudad Creativa en Artesanías y Artes Populares, la tercera villa de Cuba muestra a los viajeros todos sus encantos. Para algunos es amor a primera vista.

Lo confirma Mauricio Beltrán, director de la Federación de Medios Comunitarios de Colombia, quien llegó por primera vez a Trinidad como parte de la entrega de los premios del Concurso Internacional de Arquitectura Oscar Hagerman, convocado por el Instituto de Bóvedas Mexicanas y Tecnologías Regionales.

“Si existe una ciudad como esta es porque hubo una defensa cultural de sus valores, porque algunas personas tuvieron una proyección en la cual el progreso no es acabar con el pasado, sino justamente mantener la raíz. Cuando una casa simboliza una historia, cuando una calle evoca la memoria de un pueblo, ese pasado debe protegerse. Lo que vemos aquí es una cultura real, viva, que nos permite a los que venimos de fuera, disfrutarla”.

La Plaza Mayor es uno de los sitios más hermosos de la ciudad.

Para el mexicano Ramón Aguirre el reencuentro con Trinidad es siempre emocionante. “Me encanta caminar por estas calles empedradas; de repente te encuentras con una persona que está tejiendo en el pórtico de una casa, o te ofrece una artesanía. Hay una simbiosis entre lo antiguo y lo moderno; se percibe también un fuerte sentimiento de arraigo en las personas”. 

Ciertamente constituye este uno de los rasgos más distintivos del trinitario sin importar credo ni nivel profesional. Encima de su bicitaxi, Alexis Palomino desanda las calles de la urbe y casi revienta de orgullo por vivir en ella. Víctor Echenagusía, uno de sus más apasionados estudiosos y defensores, encuentra siempre el epíteto más hermoso para nombrarla, “entrañable ciudad”.

Desde su responsabilidad como directora de la Escuela de Oficios de Restauración y vinculada a la formación de la fuerza joven comprometida con la salvaguarda del patrimonio edificado e inmaterial, Marianela Herrera declara sin medias tintas su pertenencia a este sitio: “Significa arraigo, empoderamiento, felicidad… Y es mi vida porque es la ciudad donde he podido lograr todo lo que soy y a lo que aspiro en el plano personal y profesional”.

Bien sabe ella que el desvelo de estos días va más allá de pintar los muros y retocar detalles. “Tiene que hacer brillar lo más noble de nosotros para preservar lo que se ha hecho y vencer todas las dificultades”.

Caminar por estas calles empedradas es un privilegio del que no siempre somos conscientes los trinitarios.

CUMPLEAÑOS QUE INSPIRA

Inspirados en este aniversario cerrado los habitantes de la sureña urbe, junto a sus autoridades, trabajadores y directivos de las entidades municipales impulsaron numerosas tareas en el orden económico, productivo, social y cultural. Los máximos representantes del gobierno local refieren que, al calor de la celebración, se materializaron más de 300 acciones dirigidas a revitalizar servicios básicos y las condiciones de vida de la población. 

Bajo esa premisa —expone Tania Gutiérrez Fontanills, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular— el programa de transformación de barrios y comunidades en situación de vulnerabilidad recibió el año recién finalizado más de 18 820 000 pesos, a lo que se sumó otro monto procedente de la contribución territorial.

Con la participación de los vecinos, que son los protagonistas del cambio, se beneficiaron bodegas, escuelas, consultorios médicos y centros recreativos, además de atender problemáticas sociales que exigen seguimiento constante y una alta dosis de sensibilidad.

Por el cumpleaños de la villa se concluyeron numerosas obras. Por su impacto sobresalen la Sala de Maternidad del Hospital Tomás Carrera Galiano y la plaza de los Dos Cañones, localizada en el borde de la ciudad y que renace como nuevo espacio público con un diseño moderno y funcional gracias a la colaboración de la ONG Arquitectura sin fronteras, de España.

En el sector del turismo, la Sucursal Extrahotelera Palmares tomó la delantera con la reanimación de varios productos, como el centro recreativo infantil Mi Casita, la Casa de la Cerveza, el bar Floridita, la cremería, además de la construcción de un bar temático y la Plaza Lico Jiménez.

De igual modo se mejoró la imagen de las principales vías de acceso, con el remozamiento de las paradas y la estación de Ferrocarril, la rehabilitación del alumbrado público en algunas calles, así como la intervención y pintura de las principales instituciones culturales; entre ellas el cine Romelio Cornelio, el Teatro La Caridad, los museos Romántico, de Historia y de Lucha contra Bandidos.

“La ciudad luce muy bella —considera Radelex Cartaya Matamoros, director de la Oficina del Conservador—. Como nunca antes hemos apreciado un desvelo colectivo en función de mejorar la imagen urbana y celebrar este aniversario”.

De acuerdo con Adrianny Antúnez Alfonso, viceintendente en Trinidad, resulta palpable el amplio movimiento que se percibe en diferentes espacios, al que se suman varios actores económicos. “Más de 30 formas de gestión no estatal se incorporaron a estos trabajos; y eso da la medida de que hay una visión a nivel de gobierno de articular todos los procesos con el concurso de todos, aunque falta mucho por hacer todavía”.

Para los meses venideros son prioridades la producción de alimentos, acorralar los precios y la inflación, rehabilitar redes hidráulicas y los sistemas de abasto de agua, cuidar la higiene comunal… Todo ello exige entrega y control permanente.  

Pero a la vuelta de cinco siglos y un poco más, Trinidad trasciende el eslogan de ciudad detenida en el tiempo. Desde su fundación como villa en 1514 ha sido su espíritu de resiliencia la mayor virtud. Y la fuente de su prosperidad.

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

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