Aún con sus palacios ostentosos, las hermosas torres y campanarios, los aleros de tornapunta y esos empedrados hechos de auténticas chinas pelonas, la Santísima Trinidad es mucho más que una postal turística, es mucho más que la Ciudad Museo del Caribe, donde cada año recalan miles de visitantes en busca de sus reconocidos encantos.
Alrededor de la villa se despliega toda una comarca municipal con casi el 50 por ciento de superficie montañosa, más de 60 kilómetros cuadraros de zona costera y el latir imprescindible de sus alrededor de 76 500 habitantes.
En la actualidad, el municipio se sustenta, fundamentalmente, en diversas modalidades de turismo, el comercio y la agricultura, con un peso importante del sector no estatal, el cual representa casi el 57 por ciento de la economía del territorio.
Como toda Cuba, Trinidad vive y sufre las tempestades de la crisis económico-financiera que durante los últimos tiempos atraviesa el país.
Su reciente cumpleaños 510 se convirtió en excelente pretexto para materializar más de 300 acciones dirigidas a revitalizar servicios básicos y a mejorar las condiciones de vida de sus pobladores.
La Sucursal Extrahotelera Palmares en el territorio sobresalió con la reanimación de varios centros como Mi Casita —espacio dedicado a los más pequeños—, la Casa de la Cerveza, el bar Floridita, la cremería y la Plaza Lico Jiménez.
Por su parte, el programa de transformación de barrios y comunidades en situación de vulnerabilidad recibió el pasado año más de 18 millones 800 000 pesos, una labor que continúa actualmente en cinco de sus asentamientos.
Pero no todo se pinta color de rosa en Trinidad, donde muchos asuntos urgentes continúan sobre el tintero, entre ellos las dificultades con el abasto de agua, un viejo problema aún irresuelto en el territorio, cuya solución definitiva se esperaba con la construcción de un nuevo acueducto, ahora detenido por falta de financiamiento.
Porque, aunque con la llegada de la primavera y de más de 10 equipos nuevos de bombeo se ha aliviado la tensa situación del suministro de agua, aún persisten dificultades y se mantiene el tiro en pipas en algunos barrios.
Por otra parte, en el municipio también se sufren los altos precios, la escasez de alimentos con una producción agropecuaria aún insuficiente, las dificultades en la construcción de viviendas y los problemas con el transporte, que intenta priorizar las rutas de montaña y hacia las comunidades periféricas.
Sin embargo, en medio de un escenario tan adverso, el territorio puede presumir de un resultado de excelencia en la salud materno-infantil, donde exhibe un índice de cero mortalidad; y de haber comenzado a recuperar algunos indicadores económicos como el superávit, la circulación mercantil y las utilidades.
Sus resultados generales también tributaron al reciente otorgamiento de la celebración del acto central nacional por el 26 de Julio a la provincia, otra motivación para que los trinitarios continúen empeñados en avanzar.
Porque Trinidad no ha merecido en balde tantos títulos honoríficos: desde Monumento Nacional y Ciudad Artesanal del Mundo, hasta Ciudad Creativa y Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La tercera villa de Cuba existe no solo para mostrar sus añejos y preservados encantos, sino además para mantener ese espíritu de resiliencia que le ha permitido sobrevivir hasta hoy como una ciudad de encuentros, donde la calidez de su gente la convierte en un lugar sencillamente entrañable.
*Para la realización de este trabajo Escambray agradece la colaboración de Ernesto Borges, intendente del municipio de Trinidad.
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