Nunca antes el espirituano José Mario García López vivió una consternación similar. Ni él, ni su Yaguajay natal, ni Cuba. En la noche del 29 de octubre de 1959, la Sección de Prensa y Radio, del Ejército Rebelde, emitió un comunicado que las emisoras nacionales replicaron una y otra vez. Podía ser este u otro locutor; pero el estremecimiento era igual.
“Se hace saber por este medio a la opinión pública, que en el día de ayer, 28 de octubre, a las 6:01 p.m., salió del aeropuerto de Camagüey el avión bimotor de la FAR, marca CESSNA 310 No. 53, de cinco plazas rumbo a La Habana, conduciendo al jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Comandante Camilo Cienfuegos, quien iba acompañado por el piloto de dicho avión, primer teniente Luciano Fariñas Rodríguez y el soldado rebelde Félix Rodríguez, los que, desgraciadamente, no han llegado a su destino”.
Han transcurrido 65 años, y García López, combatiente del Frente Norte de Las Villas, recuerda aquellos días con memoria fotográfica: la noticia le llegó como un corrientazo.
—Todavía hoy me erizo.
Por indicaciones de la Dirección del Movimiento 26 de Julio, José Mario partió hacia Caibarién para participar en la organización de la búsqueda de Camilo y sus dos compañeros.
—El pueblo enteró salió al mar, por toda la costa norte.
Salió en lo que apareció: en barcos, chapines…, hasta en botes con velas. En todo. La búsqueda en tierra no fue menos. Los obreros agrícolas y los trabajadores azucareros de Yaguajay exploraron cada palmo de monte, de llano. Cada palmo.
—Era el pueblo de Yaguajay completo buscando.
Ahora, lo confirma Gerónimo Besánguiz Legarreta, director del Complejo Histórico Comandante Camilo Cienfuegos. Porque no descartaron la posibilidad de que el Señor de la Vanguardia no hubiese realizado una parada camino hacia La Habana, revisaron, ante todo, las pistas aéreas existentes en ese entonces en los Lagos de Mayajigua, en Ensenachos y en el antiguo cuartel de la dictadura batistiana, tomado por el Héroe de Yaguajay y sus fuerzas rebeldes el 31 de diciembre de 1958, particulariza el también historiador.
El periódico espirituano El Fénix no se sustrajo del acontecimiento; lo revelan sus hoy quebradizas páginas: “(…) la Marina revolucionaria interviene con la fragata Máximo Gómez, un guardacostas y cuatro lanchas patrulla”; “(…) de Ciudad Libertad salieron numerosos aviones y dos helicópteros, para volar sobre la ruta de Camagüey a La Habana”; “(…) el doctor Fidel Castro participa a bordo del avión Sierra Maestra”.
FIDEL Al PILOTO: ¡TÍRATE AHÍ MISMO!
Ninguna señal de vida de Camilo y sus compañeros de vuelo el 29 de octubre. Donde se suponía que podía encontrarse, ni rastros de Camilo. Aquella realidad promovió la inquietud en Fidel, quien suspendió la reunión del Consejo de Ministros fijada para ese día; en lugar de esta, el líder de la naciente Revolución, Raúl, Almeida, el Che y otros oficiales intercambiaron en la sede de la Fuerza Aérea Revolucionaria (FAR). Apremiaba organizar la búsqueda.
El Comandante en Jefe orientó reiniciar la operación a partir de las seis de la mañana del 30 de octubre. A bordo de la aeronave ejecutiva Sierra Maestra, salió personalmente en busca del legendario guerrillero, quien —en su condición de jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde— acababa de abortar en Camagüey la conspiración sediciosa de Hubert Matos, al mando del Regimiento No. 2 Ignacio Agramonte.
De retorno a la capital el día 28 de octubre, todo indica que un área de turbonadas en la costa norte, entre Ciego de Ávila y Matanzas, le jugó una mala pasada al Cessna donde viajaban el Señor de la Vanguardia, Luciano y Félix. Tales condiciones meteorológicas pudieron ocasionarle algún accidente, ocurrido en un punto al norte de Camagüey, Las Villas o Matanzas, publicó el diario Revolución en la edición del 30 de octubre.
Al día siguiente, la primera plana del órgano del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) recogía los titulares: “Preocupación por la suerte de Camilo, 65 horas perdido”; “Escudriñarán zona por zona. Actúa Fidel personalmente”. Por su parte, la portada de este propio diario del 2 de noviembre refería a cinco columnas: “Seguiremos buscando: Fidel”.
Así lo sentenció el Comandante en Jefe, entonces Primer Ministro, aferrado a la esperanza, que se desvanecía hora tras hora. De La Habana a Camagüey, Cuba quedó dividida en cuadrículas para organizar la búsqueda.
“A veces, hasta nos íbamos de las cuadrículas —relató Lázaro Moriña, piloto del avión Sierra Maestra—. Volamos casi rasando la tierra y el mar. Había que verle los ojos a Fidel, cómo buscaba queriendo encontrar. De momento, me decía: ‘¡Tírate ahí mismo!’. ¡¿Cómo, si no hay pista?! Pero él insistía… En el avión iban, también, Celia, Osmany y William Gálvez; todos estaban consternados, sus rostros reflejaban preocupación y desesperación por encontrarlo”.
Nunca un hecho había provocado tanta ansiedad como la desaparición de Camilo, expuso Revolución el 2 de noviembre: “Puede decirse que todo el pueblo cubano ha hecho de la febril búsqueda de Camilo un problema personal (…). Camilo es ya un poco de todos. Y la ansiedad familiar tiene mucho de ansiedad nacional”.
Mayúscula certeza, que interpretó Fidel, quien el 2 de noviembre aterrizó en el aeropuerto de Santa Clara a las seis de la tarde, luego de registrar la isla Turiguanó y los cayos Romano, Coco y Largo, y de reexaminar la costa de las otroras provincias de Camagüey y Las Villas. Esa misma jornada corroboró, además, que la avioneta vista al norte de Yaguajay no era la del héroe desaparecido; suceso que generó inicialmente no pocas expectativas.
LAS FAKE NEWS DE ENTONCES
“En estos días la imaginación popular ha sido más volandera que jamás —también exponía el diario del M-26-7—. Las ‘bolas’ nacían y se extendían con increíble rapidez. (…). Pero tras las ‘bolas’, conjeturas y discusiones había una verdad latente: el pueblo seguía teniendo esperanzas. El pueblo se negaba a admitir con simplicidad lo que en el fondo él mismo temía: la tragedia. (…) en la sencillez del héroe veíamos conjugadas todas las virtudes de nuestro pueblo. Porque Camilo posee algo que no es posible describir ni analizar. Un algo inexplicable y presente y que García Lorca definió con tener ‘ángel’. Y eso que no es posible describir, ese inexplicable en Camilo lo ha convertido en algo así como el ‘ángel de la Revolución’”.
A sabiendas de la ascendencia del Héroe de Yaguajay en el pueblo, enemigos del proyecto político cubano propalaron un infundio a través de la onda empleada por la Marina de Guerra Revolucionaria el 4 de noviembre: Camilo y sus acompañantes se encontraban con vida en el barco pesquero Ocuje, en las inmediaciones de Cayo Largo.
Sin confirmar la noticia, radioemisoras locales replicaron la fake news; como era previsible, el pueblo salió en pleno para la calle. En la noche el Gobierno Revolucionario alertaba a la opinión pública sobre las reales intenciones de la difusión de esas falsas informaciones.
Tres días más tarde, el periódico del “26” respondía a la campaña enemiga, dirigida a minimizar la figura del Señor de la Vanguardia. El 10 de noviembre, Revolución insertó los textos titulados “Camilo, el Che, Raúl y Fidel: la misma cosa”, centrado en desmentir la falacia en torno a la supuesta disparidad de criterios entre esos dirigentes, y “La Revolución nada tiene que ocultar”, sobre el acto de homenaje a Ángel Ameijeiras, desarrollado en Goicuría y O’Farril, La Habana, donde Raúl Castro, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, aclaró:
“Falsas, mendaces y mal intencionadas las versiones de una posible discrepancia entre Camilo, Guevara y yo. (…). Para nosotros, para mí, Camilo era el gran Comandante, escogido entre muchos para pelear en el llano y para realizar la invasión a Occidente. Los intereses creados, que se escudan tras la mentira y las traiciones, tratan de destruirnos, de situarnos uno frente a otro; pero somos de la vieja guardia y no lo lograrán”.
LA ESPERANZA
Cuando ya no restaba ningún pedazo de Cuba por explorar; cuando ya las posibilidades de encontrar a Camilo, Luciano y Félix se tornaron nulas, Fidel compareció en el programa televisivo Ante la prensa. Solo, entonces, el pueblo comenzó a creer la noticia de la desaparición del Héroe de Yaguajay, el piloto y su escolta personal.
Han transcurrido 65 años, y el combatiente espirituano José Mario García insiste en no haber vivido nunca antes una consternación similar. Todavía hoy, lleva prendidas las imágenes de aquellas tardes, de regreso de la búsqueda en el mar, y la gente aguardando en muelles y espigones con la misma pregunta en la punta de la lengua:
—¿Encontraron algo?
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