Ante lo que consideró un strike mal cantado, Alexei Ramírez se quedó parado en el home por unos segundos. No miraba al árbitro, solo a la zona. El ampaya Alexis Zaldívar viró la espalda y dio por terminado el inning en el estadio José Antonio Huelga.
Fue una manifestación, más que de protesta, de desacuerdo del pinareño, quizás porque en instantes comparó la zona con la que le aplicaron en sus nueve temporadas por las Grandes Ligas. La reacción es lógica y normal. La decisión arbitral pareció justa, tal como lo apreció el público local, aunque nada justifica las ofensas al destacado jugador por su denuncia callada.
Mas eso, lo de que una contradicción entre partes termine en paz, no ocurre siempre en los estadios de béisbol, ni en Cuba, ni en otras ligas. Pero al parecer en la actual Serie Nacional las controversias en torno al arbitraje se han excedido más allá de una decisión y muchas han derivado en hechos lamentables de indisciplina.
Sucesos recientes lo atestiguan; no todos se televisan, pero en tiempos de Internet y redes sociales cualquier ciudadano puede difundir —y de hecho se hace— los juegos y con ellos los “errores” arbitrales y las indisciplinas generales que involucran tanto a los hombres y mujeres —porque también las hay— vestidos de negro como a jugadores y direcciones de equipo.
Uno de los hechos más connotados fue el ocurrido en el terreno del 5 de Septiembre, durante el quinto partido entre Cienfuegos y Camagüey, cuando Yosvany Savón, el árbitro de home, ya en extrainning, cantó quieto sobre una jugada que al final derivó en derrota para los sureños. El juego no fue televisado, pero la transmisión a través de las redes sociales deja ver claramente cuando una buena parte del equipo perdedor la emprendió contra él y otros del cuerpo arbitral, en una trifulca que contagió al público; y si la sangre no llegó al río fue porque las fuerzas policiales se llevaron a los árbitros.
A la espera de las sanciones anunciadas por la Comisión Nacional de Béisbol para los principales implicados (seis jugadores y un directivo expulsados en el acto y suspendidos un juego), quedan sobre el tintero las lecciones, otras de las tantas que en esta campaña dejan las actuaciones arbitrales, aunque está claro que nada, absolutamente nada, justifica la indisciplina y la violencia.
Resulta llamativo que para algo que es un fenómeno visible en los estadios solo se hayan aplicado siete amonestaciones a árbitros durante los primeros 30 juegos de la serie. Y no es que ahora la emprendamos con “los que siempre pierden”, como los denominó el documental homónimo de Guillermo Torres, pues se sabe que estos son algo así como la oveja negra del cuento o el niño malo de la película. Sus decisiones las deben tomar en fracciones de segundos, presionados por todos lados: por los competidores, el público, los expertos, la prensa. Agréguele falta de preparación, desestímulo…
Se trata de que la pretensión de rescatar la calidad del béisbol pasa por perfeccionar el arbitraje y su imagen pública en un país donde existen miles de árbitros de gradas y cada cual tiene su zona de strike o su decisión sobre esta o aquella jugada.
Para ahorrarme argumentos, pido prestada la opinión autorizada de Luis César Valdés, quien en entrevista al colega de la televisión Evyan Guerra hizo un retrato hablado de sus colegas: “El arbitraje no está pasando por un buen momento, en los últimos días se han visto jugadas fáciles y nos ha faltado concentración, decisión y nos estamos comportando como árbitros que no tienen calidad. El arbitraje no tiene entrenamiento, hay que venir de cero y empezar a entrenar en la Serie Nacional. Tenemos un arbitraje de la media para abajo y los árbitros de nosotros no tienen cómo prepararse, no existe escuela, no he podido reunirme con ellos, solo con los que vienen a La Habana”.
Las anécdotas descritas y las tantas equivocaciones visibles en los partidos calcan al carbón las palabras del experto. Como si faltaran colmos al fenómeno, la más reciente reunión de la Comisión Nacional con la prensa deportiva agregó otro, cuando abordó el suceso en investigación de la serie Pinar del Río vs. Matanzas en el que se anunció un nombre falso por el del árbitro Ricardo Companioni, sancionado días antes por lo que se consideró un error al decidir sobre una jugada en tercera.
Se sabe que el out o el quieto son hijos de la apreciación, como pueden serlo un foul o una buena bola. Todo se complica más cuando no hay replay; y eso ocurre diariamente en siete partidos, ya que solo uno se televisa. Entonces tantos ojos no pueden estar equivocados, ni tanta realidad tampoco.
Con la crisis de credibilidad que atraviesa ese juez tan imprescindible en un juego de béisbol o en el de cualquier otro deporte, la Comisión de la disciplina no debía agregar motivos al problema si en partidos como el descrito entre Camagüey y Cienfuegos el árbitro de la polémica es de la tierra de los tinajones, según la versión digital del periódico cienfueguero 5 de Septiembre. Y aquí añadimos a la falta de preparación que no se consigue en cursos y seminarios de corre-corre, la corrosión de la ética, esa que en la antesala de cada campaña prometen cumplir jugadores, técnicos y árbitros, y luego mancillan en el terreno. Más allá de la apreciación, ¿puede alguien desprenderse de ese sentido de pertenencia que suele correr por el ADN cuando se trata de decidir a favor o en contra de los suyos?
La ética, traducida en imparcialidad, es lo que debe primar en ese especialista, que si bien es verdad debe aprender a contar hasta mil y pasarse cuando algunas acciones de juego intentan sacarlo de sus cabales, también es cierto que tiene en sus manos la alta misión de controlar —desde el autocontrol— un juego de béisbol, que en Cuba pasa por la sangre caliente latina de jugadores, técnicos y público.
Mas, ni siquiera las ofensas injustas, verbales y hasta obscenas, dan razones para que algunos árbitros, como ha pasado, se involucren con la afición y respondan a esta en medio de un juego cuando todos sus sentidos deben estar en el partido para que no se le vaya de las manos. Ellos están para calmar los ánimos, no para caldearlos. Es por ahí por donde entra parte de la ansiada autoridad, que solo se gana con el respeto que logre impregnar el experto a partir de sus mejores decisiones, lo cual no significa que no se equivoque como humano que es.
Un dato es revelador: pasados los primeros 30 juegos, casi medio centenar de jugadores habían sido expulsados de los partidos. ¿Serán muchos o pocos? ¿Habrán sido justos o injustos los imparciales a la hora de tomar esa decisión? Habrá que ver cada caso, aunque soy partidaria de que antes de lamentar sucesos mayores como el de Cienfuegos o los que en series pasadas terminaron con lesiones a árbitros o a jugadores, es mejor el exceso que el defecto.
Lo que sí está claro es que el estadio no es un ring de boxeo, ni mucho menos una valla de gallos, aunque a veces parece esto último, cuando desde las gradas llueven las apuestas y se juega dinero por este o aquel resultado y los perdedores suelen emprenderla contra los árbitros al considerar que les malograron su negocio, más allá de si su equipo ganó o perdió.
Aunque es parte de él, el árbitro no es el centro del espectáculo y eso debe ser tarea a resolver tanto en lo que queda de serie, como en las que están por venir o en otros torneos a cualquier nivel, para así traer de vuelta al terreno los mejores valores que debe promover el béisbol como patrimonio cultural de la nación.
No se de pelota pero si de la sociedad y sus comportamientos . El fenómeno que se está dando en el béisbol es reflejo de una compleja situación social por : crisis económica , deterioro de los procesos educativos no solo institucionales sino también en la familia ,falta de represión a las conductas agresivas que tienen diversas manifestaciones y otras desviaciones viejas y nuevas .Unidos a lo anterior por diversas razones faltan en disímiles tareas personas preparadas ya en diferentes profesiones y oficios y al parecer sucede también con árbitros y también jugadores .Mucho se habla de lo que sucede en el béisbol pero poco se habla de : motos que a las tres de la madrugada pasan por una Avenida densamente poblada con un reguetón que despierta al barrio ,nadie los reprime ; a las once de la noche un lunes pasa un vendedor gritando bocaditos de helados a voz en cuello ,nadie lo reprime ; una casa se vacía y de pronto la «toman » personas ilegales y ahí estan ,nadie los reprime ; en escuelas primarias y secundarias por falta de maestros o por otros motivos hay días sin clases y horarios reducidos a la mínima expresión ,nadie habla de esto ! Todas estas cosas y muchas más por el estilo son agresivas ,crean un ambiente de falta de respeto a los demás ,de falta de normas elementales de comportamiento y de tolerancia que nos está haciendo mucho mucho daño !!
Creo que es verdad que el arbitraje debe mejorar y eso es trabajo de los que velan por la calidad del béisbol. Ahora también hay que ponerse en el lugar de los árbitros y apoyarlos. En la subserie Camagūey Mayabeque sucedio una jugada en tercera donde de canto out. El equipo afectado reclamó y se fue al replay. Los arbitros del Latino decidieron de unas imágenes confusas en una nube de polvo donde nadie podía decir a ciencia cierta si el jugador había sido tocado por el guante o no y decretaron safe, desacreditando sin fundamentos a su colega de tercera que se encontraba a dos metros de la jugada y tirandole de esta forma el publico arriba a un oficial que había hecho su trabajo. Veo béisbol desde los 60 y nunca habia visto tanta malacrianza en los terrenos de Cuba.
Lo que deseo respecto a mis comentarios no es su sometimiento al OSTRACISMO sino su debate.
El Sujeto de la Novela cubana tiene ¨sangre caliente para el deporte y ¨Sangre fría para el trabajo.¨¨
Con toda sinceridad, creo que hace años las medidas disciplinarias no son suficientes a veces. Desde hace años vengo pensando y diciendo que cuando empiezan los playoffs deberían hacer una carta/circular llamando a la disciplina en los estadios, los juegos y fuera de ellos, dejando bien claro que no se va a permitir de ninguna forma nada que empañe el espectáculo . Uno ya lo ve implícito, pero a veces es mejor recordárselo a los que empiezan a parecer de amnesia.
Porque lo otro es que cuando se implican los equipos favoritos y populares se empieza a percibir la suavidad de las decisiones en comparación quizás si hubieran estado involucrados otros equipos.
A lo dicho por el periodista sólo añadir NOS FALTA LA IMPOSICIÓN DE LA DISCIPLINA Y SUS DERIVADOS, la calidad del espectáculo y de los árbitros en medio del continuo éxodo por tantas razones no da lugar a otros analisis
Serie Nacional de Beisbol : Puro reflejo de nuestra Sociedad en tiempos actuales. Decadente en todos los sentidos.
Si hay apuestas también habrá arbitros comprados. Más en estos tiempo donde los árbitros son muchas veces de la misma ciudad donde se juega.
Poderoso caballero es don dinero y todo lo corrompe.
Si el soborno de arbitros a sucedido en la Serie Elite de Fútbol en Italia donde las condiciones de vida y salariales de los arbitros son un millón de veces superiores a la de los arbitros cubanos, que podemos esperar?
Vale la pena preguntar, donde están la responsabilidad, disciplina, respeto a la autoridad,, decencia que deben formar parte de los valores de nuestros peloteros. Ejemplos de ellos, Puente, Marquetti, Urbano, Muñoz, Omar o más reciente el retirado Lavandera.
Creo que sí bien hay que trabajar fuerte en la preparación y profesionalidad de lo árbitros, hay que hacerlo también en la formación y consolidación de valores en deportistas, árbitros y el respetable publico que en no pocas ocasiones desluce el espectáculo con sus obscenidades gratuitas.
En fin, estamos ante un fenómeno social que debe ser revertido con la mayor rapidez, si es que se puede. Creo que si
De una parte o de otra; lo cierto es que el beisbol cubano, pasó de ser un gran y bello espectáculo a un deporte en decadencia y un circo medieval. Lo de sangre caliente es una justificación para hechos denigrantes. La violencia, la grosería y las vulgaridades no pueden hacerse dueñas de lo que en esencia es un entretenimiento popular, una escuela por así decirlo, una enseñanza de la que los seguidores y fanáticos se nutren. Saludos.