Alrededor de un centenar de personas visitan diariamente el pabellón cubano de la LX Exposición Internacional de la Bienal de Venecia, donde Wilfredo Prieto, único artista de nuestra nación en esa cita, propone una sugerente pieza instalativa.
“Somos un país tan prolífero en la cultura y en el arte que tener esta posibilidad es una especia de lotería. Sin dudas, es un gran momento para mi carrera”, asegura.
Bajo el título Piedra iluminada, piedra sin iluminar, este hijo de Zaza del Medio, considerado uno de los más importantes artistas conceptuales en la actualidad, provoca la reflexión sobre un fenómeno global.
“El tema de esta Bienal va sobre extranjeros por todas partes. Abordo la emigración, asumida como un espectáculo mundial; cómo los medios de comunicación, los políticos y la sociedad, en general, lo consideran un terreno donde predomina la hipocresía ya que unos son aceptados y otros no. Por eso, expongo la obra dentro de un teatro, a semejanza de una puesta en escena”.
Sin ningún tipo de movimiento ni textos, Wilfredo Prieto sugiere, en lo que se considera el más importante y antiguo evento de las artes visuales del mundo, dos piedras: una iluminada con un potente foco y otra perdida en la oscuridad. El valor agregado lo tiene su ubicación en el teatro Fondamenta Nuove.
Hasta noviembre, los públicos que visiten la LX Exposición Internacional de la Bienal de Venecia pueden dialogar con la instalación que ha generado múltiples criterios, especializados y no. Eso lo distingue; su obra genera polémica.
Wilfredo Prieto, quien asume, desde hace ocho años, el proyecto Viaje infinito, la escultura permanente más grande de América, devenida Proyecto de Desarrollo Local en un área de Zaza del Medio, cuenta con un significativo currículo, en el que sobresale el Premio Unesco para la Promoción de las Artes en el año 2000, así como exposiciones en La Habana, Madrid, Dinamarca, Nueva York y Milán, entre otros lugares.
Además, este embajador del arte cubano en Venecia integra colecciones en instituciones relevantes del orbe como en el Centro Pompidou, en París, y los museos Solomon R. Guggenheim y de Arte Moderno, en Nueva York.
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