Ataviado con su velo negro sobre el sombrero protegiéndole el rostro, su camisa verde de mangas largas, el humeador cerca y sus manos desprotegidas, el joven de la provincia de Sancti Spíritus Yorlendy Cancio Vidal aseveró en medio del apiario que ser apicultor ha sido la mejor decisión de su vida.
Mientras revisa cautelosamente cada colmena, puntualizó a la ACN que ahora es cuando sabe que esta es una de las labores más hermosas, interesantes y difíciles del mundo agropecuario en Cuba.
«Me inicié en abril de 2019 en la finca familiar El Suegro, en La Ferrolana, un pequeño asentamiento del municipio de La Sierpe, en aras de sumar, sobre todo, un poco de economía para el bienestar de la familia, sin embargo, me enamoré pronto de este mundo, cautivador e imprescindible para el desarrollo de la Isla», apuntó.
Con apenas 18 colmenas, Yorlendy firmó sus inicios como apicultor, una etapa rica en dividendos, pero también en sabiduría y que lo empujó a perfilar sus propósitos.
«Desde aquel momento supe que sólo descubriendo el mundo de las abejas podía triunfar y comencé a estudiarlo, leí toda la literatura especializada, dialogué con colmeneros experimentados y me preparé mucho mejor para este quehacer divino», acotó.
En poco más de cuatro años, ya suman 70 colmenas, y no me detendré hasta llegar a las 150, afirmó con la certeza de quien se sabe preparado y cuenta siempre con el apoyo y sostén de su padre, aun cuando reconoció que se trata de una meta difícil.
«Hoy puedo decir que el apiario «enriquece» la finca, pues además de la miel, el propóleo y la cera, con su polinización, las abejas contribuyen mucho al rendimiento y productividad de los cultivos, una realidad que nos lleva a incrementar frutales y soñar con plantas de cacao, más aguacate y sembrar cuanto espacio sea posible», subrayó.
«Vivo orgulloso de obtener y venderle al Estado una miel ecológica, derivada del manejo puntual de cada colmena, insistió, y para ello trabajamos en la lucha contra la varroa, una acarosis letal para las crías y las abejas adultas o situando las mejores reinas para fortalecer los enjambres, en un ecosistema libre de químicos».
Y en la calidad de sus mieles también decide una amplia diversidad de plantas que aporta floraciones en cada etapa del año.
«La apicultura le propicia economía a la familia, pero me posibilitó adentrarme y afincarme en un mundo nuevo, exigente en cuanto a dedicación y más conocimientos, pues con laboriosidad y sabiduría se triunfa como apicultor, aunque los recursos sean limitados», refirió finalmente.
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