Acabó haciéndose indispensable en la fábrica de cigarros de Trinidad. Ella y las otras siete empaquetadoras deciden el plan diario de una industria con más de un siglo sobre sus hombros y símbolo de la tradición tabacalera en una isla con prestigio en el arte del torcido y la elaboración de los puros más venerados en el mundo.
Pero esa excelencia no la logró Yuneisi López Calderón de la noche a la mañana, es el resultado de un largo camino de esfuerzos que inició cuando apenas tenía quince años y se presentó en la Empresa Nacional de Cigarros Juan D. Mata Reyes para realizar su práctica laboral.
No pasó mucho tiempo y la jovencita inexperta mostró sus destrezas en un oficio duro: el polvo, la nicotina, el ruido… “Enseguida me acostumbré”, dice y agrega con convicción: “Ya no puedo vivir lejos de la fábrica”.
Nunca ha oído que “este no es lugar para mujeres”. Desde el primer momento el colectivo la acogió y la acompañó en cada empeño; primero alcanzar el doce grado y luego, participar en cursos de operaria hasta convertirse en una de las mejores trabajadoras del área de acabado.
Que las mujeres tengan la oportunidad de probar. No se puede decir de antemano que no poseen el talento, las habilidades y las aptitudes. Yuneisi es la viva estampa de crecimiento profesional y constancia.
Su función es recibir el cigarrillo y elaborar la cajetilla en un ciclo que parece interminable en ocho horas de labor. “Antes eran dos turnos”, recalca y en su expresión se intuye que entonces el sacrificio se multiplicaba por dos.
El plan diario es de 2480 ruedas, pero ella y sus compañeras entregan más de 3 600 ruedas diarias. No por gusto la fábrica trinitaria es la única del Grupo Empresarial Tabacuba que cumple hasta hoy sus compromisos productivos.
¿Estos resultados tienen que ver con el extra que le pones?
Creo que sí, porque me esfuerzo mucho.
Dicen que como tú nadie entiende la máquina…
La conozco solo de escucharla. Tengo algunas llaves y si es un tornillo suelto o cualquier cosita así, yo misma la arreglo. Siempre consulto con los mecánicos, pero si el problema es pequeño se resuelve enseguida y no se para la producción.
La tecnología es antigua y no siempre cuentan con la materia prima; sin embargo, no dejan de cumplir sus planes.
Es un orgullo para todos saber que nuestra pequeña fábrica es una de las mejores en Cuba. Y tiene numerosos reconocimientos que son de todo el colectivo.
Aquí he podido realizar todos mis sueños. Tengo una familia hermosa, dos hijas que ya son grandes, pero siempre comprendieron mi entrega por este trabajo. Sin su apoyo no lo hubiera logrado. Eso es muy importante también.
Yuneisi es de las nuevas generaciones formadas en una industria que se niega a detener sus máquinas a pesar de los años. Como el resto de sus compañeros, se enorgullece de la historia de esta fábrica, símbolo del sector tabacalero en Cuba.
Los primeros cigarrillos- bajo la marca Eva- se elaboraban de manera muy artesanal. En 1920 se trasladó para el lugar que ocupa hoy, un caserón inmenso, donde muchos jóvenes y mujeres siguen los pasos de una tradición centenaria, que se disfruta bocanada a bocanada en esta ciudad y en la isla toda.
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