Alena Puig Vergara: Quiero que el Español sea su asignatura favorita

Ha sido siempre el propósito de esta profesora trinitaria con métodos educativos renovadores para lograr lo que considera esencial en una clase: la motivación de sus alumnos

El español ha sido para esta profesora trinitaria su bote, su tabla de salvación. (fotos: Ana Martha Panadés)

Cuando regresó al aula recordó los días de su infancia sentada cerca de la pizarra para escuchar la voz amorosa de Beatriz y sus lecturas maravillosas. Por aquellos tiempos tomaba la tiza y daba clases a sus amigas; también quiso ser abogada o actriz.

“Tuve excelentes maestras y eso fue esencial para mi vocación”, evoca Alena Puig Vergara y el brillo en la mirada devuelve a la muchacha del preuniversitario que de Trinidad se fue a La Habana para ser parte del programa de Profesores Generales Integrales, jóvenes que se propusieron cumplir el sueño de Fidel de transformar la educación secundaria en Cuba.

Los valientes dejaron a un lado sus sueños personales para escribir la historia de cómo la educación salva y debe ser transformadora siempre.

Con 18 años dio la primera clase, de Español, su asignatura favorita. A kilómetros de su casa se estrenó como maestra y el aula fue el templo para honrar la lengua materna y a profesoras virtuosas que no olvidará jamás. “Después de vivir la experiencia te aseguro que nací para educar”.

Y regresa otra vez a sus años de estudiante, en los que la dedicación de muchísimos profesores selló esa relación sublime con el magisterio

“El claustro de la escuela primaria José Martí era excepcional; no puedo dejar de mencionar a Maritza, la bibliotecaria del centro. Siempre me motivó para que participara en las actividades y los concursos, pues tuve muy buena ortografía desde pequeña. Con 10 años era muy buena oradora, narraba cuentos y me gustaba dramatizar”.

En la ESBU Pedro Lantigua las clases de Español continuaron siendo el momento más emocionante del día.

De la generación de Los Valientes, Alena Puig Vergara lleva más de 20 años frente al aula.
De la generación de Los Valientes, Alena Puig Vergara lleva más de 20 años frente al aula.

“En esa etapa me convertí en una lectora ferviente. Disfrutaba los libros de aventuras, de historia, de autores cubanos y extranjeros… Debo agradecer a todas las personas que me inculcaron el amor por la lengua materna y que esta entrevista sirva para reconocer su hermosa labor”.

La certeza de que optaría por una especialidad pedagógica la descubrió al iniciar la enseñanza preuniversitaria.  Sin embargo, las pruebas de ingreso serían todo un desafío porque respetó siempre la matemática.

“Fue entonces que en onceno grado llegó la segunda convocatoria para el curso de Profesores Generales Integrales. Creo que fue la génesis de lo que es hoy el colegio universitario. Nos fuimos cuatro muchachos de Trinidad para la escuela José de la Luz y Caballero en Güira de Melena, en la antigua provincia de La Habana.

“Inolvidable esa primera impresión, el plantel era hermoso y lo estrenamos todo. Tenía 17 años y por primera vez me separaba de mi familia.

“Fue una enseñanza rápida, pero buena; una formación de lujo con profesores que en su mayoría eran másteres o doctores.  Terminamos el primer año y al segundo, para el aula.

“Me ubicaron en una escuela de Batabanó en un grupo de noveno grado, casi todos eran hijos de campesinos”.

EL ESPAÑOL, MI TABLA DE SALVACIÓN

Para la profesora Alena, la motivación en el aula es esencial.
Para la profesora Alena, la motivación en el aula es esencial.

“Yo imparto el Español”, le dijo Alena a su tutora en cuanto puso un pie en el aula. Por suerte, Idalmis era licenciada en Matemática y ambas se apoyaron para llevar adelante este proyecto que concibió la formación integral de los estudiantes en una edad difícil.

“Casi tenían mi edad y algunos incluso de mayor estatura, pero la empatía fue inmediata. Estuve todo ese curso con ellos sin desligarme de mi superación. De esa etapa conservo recuerdos muy lindos.

“En cuarto año de la carrera se presentó otro déficit crítico de maestros y tuvimos que ir para la capital. Me ubicaron en una escuela secundaria del barrio de Jesús María en La Habana Vieja; además de profesora, tuve que ser trabajadora social de primer nivel.

“Y fue mi prueba de fuego porque a las dos profes nos gustaba el Español. Recuerdo que anunciaron una visita a una clase de Biología, dedicada a los grupos básicos de alimentación. Era mi oportunidad de demostrar que estaba preparada para asumir cualquier materia, y apelé a mi tabla de salvación.

“Escribí un cuento, que todavía conservo, con muchos personajes: un huevo, un tomate, un granito de arroz, un vaso de agua, un pedacito de carne, un frijol… en representación de los grupos básicos. Cada cual gritaba porque se creía más importante, hasta que la voz de la nutrición les hizo entender que todos eran necesarios para la vida. Al final se dieron un fuerte abrazo. Todos, claro, menos el huevo”.

En cuanto tuvo la oportunidad, Alena se especializó en la asignatura de Español. Se graduó en 2008 y en su tesis abordó la solución de problemáticas sociales con diversas actividades educativas. Precisamente en la secundaria donde estudió, la ESBU Pedro Lantigua, comenzó su experiencia laboral en Trinidad.

“Todo lo que soy hoy se lo debo a esos años. Trabajé con Michel Darias, profesor de Matemática, y nos complementamos tanto que después de tantos años conocemos nuestros sistemas de trabajo. Eran 45 niños, pero logramos una relación muy bonita con ellos.

“Entendí que había que prepararse muy bien y ser muy creativa. La forma en que hoy imparto docencia se la debo a esa etapa. En una clase de Historia sobre la victoria de Playa Girón me vestí de blanco, me llené de carbón y entré por la puerta declamando Vengo de allá de la ciénaga, del redimido pantano… Fue maravilloso. Yo digo que el Español ha sido mi bote, mi tabla de salvación.

UN PROYECTO EDUCATIVO RENOVADOR

Con el proyecto educativo Espa vincularte, Alena ha logrado que los estudiantes lean las obras literarias y desarrollen sus potencialidades.
Con el proyecto educativo Espa vincularte, Alena ha logrado que los estudiantes lean las obras literarias y desarrollen sus potencialidades.

A la enseñanza preuniversitaria llegó Alena con 28 años. Fue una experiencia fuerte. Tuvo que leer otra vez la Ilíada, Papá Goriot, Casa de Muñecas, la obra de Lorca, uno de sus autores favoritos… Su sueño era preparar a los estudiantes para las pruebas de ingreso.

“Trabajé con onceno y décimo grados. Tuve la dicha de encontrar a un ser maravilloso, el profesor Miguel, un hombre increíble, con un conocimiento extraordinario, un sabio, que me legó su biblioteca y su amor por el magisterio.

“Finalmente llego a doce grado; eso me exigió muchas horas de preparación, estudié junto con ellos y ese curso tuve ciento por ciento de promoción al ingreso. Ya son dos cursos con el mismo resultado y este no será diferente.

“El maestro tiene que preparase cada día; los alumnos que tengo ahora no son los mismos del ciclo anterior. Suena extraño, pero quiero que el Español sea su asignatura favorita. Se me han presentado proyectos, otras ofertas de empleo, pero no me animo; si salgo del aula me sentiría como desnuda”.

Esta maestra trinitaria prefiere convencer y no imponer. No es de las que prohíben el celular en la clase, sino de las que promueve un uso inteligente de la tecnología.

“Hoy un problema: es que los niños no leen las obras literarias. Solo se preparan para una evaluación, pero eso no me complacía. Mi intención era motivarlos, cuando hago la caracterización del grupo identifico niños a los que les gusta escribir, dibujar, actuar, hacer fotografías y editar videos. Pensé entonces en un proyecto educativo para aprovechar estas aptitudes de los jóvenes y nació Espa-vincularte.

“Y si no he logrado que se lean la obra completa, han abierto el libro y hojeado sus páginas. Experiencias, muchísimas. Cuando estudiamos Papá Goriot, una de las actividades fue que hicieran la maqueta de la Mansión Vauquer; para ello tenían que leer el capítulo uno. Con Romeo y Julieta hicimos dramatizaciones de varias escenas.

“Los muchachos han hecho maravillas, hoy tenemos en el aula estudiantes que no tenemos idea de lo que pueden hacer, porque no buscamos, no profundizamos, no estimulamos. Este proyecto es uno de mis mayores logros y el tema de mi maestría.

“Estamos en un contexto muy difícil, hoy tenemos que ser maestros, psicólogos, enseñarles los límites y también sus capacidades; la escuela tiene que recuperar ese espacio donde el niño venga a aprender y a formarse como un buen ser humano.

“Hay maestros que se olvidan de las láminas, de un dramatizado… La estructura interna de la clase es importante, pero la motivación es esencial”.

Alena guarda muchísimos poemas, cuentos y ahora escribe una novela que no sabe cuándo podrá concluir. “En las clases de redacción, los reto y soy la primera en escribir. A veces bajo el nivel, pero hay niños que lo hacen muy bien.

“Tengo tres alumnas que comenzaron el pre con la idea de estudiar otra carrera y hoy optan por la Licenciatura en Español y Literatura. Hablo de estudiantes con mucho talento, y el hecho de que una de ellas me diga: ‘Profe, yo quiero dar las clases como usted’ me estremece. 

 “Quienes continuamos hoy frente a un aula es porque nos gusta lo que hacemos. Yo sigo apostando por formar no solo buenos profesionales, sino personas de bien. Dijo José Martí: ‘Edúquese bien a los niños y no habrá necesidad de castigar a los hombre’”.

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

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