Camilo eterno

El Señor de la Vanguardia representó lo mejor del ser humano común, que se convierte no solo en el mejor guerrillero, sino en leyenda amada

Este seis de febrero se cumple el aniversario 93 del nacimiento de Camilo Cienfuegos. (Foto: Perfecto Romero).

Camilo Cienfuegos es un héroe que a todos encanta y uno de los más queridos combatientes que ocuparon cargos y responsabilidades desde 1959. Sobresale entre los héroes legendarios de la isla; el revolucionario por antonomasia, sin tacha, y por ello paradigma para el pueblo cubano, que lo tiene en su memoria fresca cuando se cumplen 93 años de su natalicio este 6 de febrero.

DE VALORES E IDEALES

Camilo es la demostración viva de que cualquier cubano humilde, en circunstancias adecuadas, puede llegar a ser grande sin dejar de seguir su esencia, sin demeritar su carácter o sus orígenes.

Fue de los últimos en integrarse al Granma, así que en poco más de dos años se transformó de un soldado raso en el más brillante de los guerrilleros del Ejército Rebelde, el primero que combatió con efectividad en el llano oriental, el que desafió todo en la vanguardia, el que aprendió a ser guerrero sin perder su espíritu, modales y virtudes.

Impresionan sus decisiones naturales, como rechazar hacer emboscadas con el solo objetivo de matar a soldados desapercibidos, pues en su decir de eso no se trataba la guerra, o mandar un avión a buscar a los padres del Che en Argentina, en medio de una labor ingente en los primeros días de la Revolución.

Del mismo modo, cuando Celia le informó que Hubert Matos había traicionado, fue con un comando de combatientes leales hasta la propia guarida de aquel en Camagüey y lo cogió preso, abortando un peligro enorme de guerra civil. Confió en Fidel sin conocerlo y por él dirigió sus pasos desde Estados Unidos hasta México para entregarse al proceso revolucionario.

Hay que resaltar, además, su honestidad a toda prueba, amoldada por principios muy sólidos surgidos de su fidelidad al pueblo de Cuba y su capacidad para conciliar posiciones entre quienes deseaban una radicalidad mayor o menor; o para consensuar pensamientos enarbolados muchas veces con demasiada pasión por algunos y amoldarlos a una realidad concreta.

Representó lo mejor del ser humano común, que nace, cría y vive en cualquier esquina de cualquier ciudad o pueblo y llegado el momento se convierte no solo en el mejor guerrillero, sino en leyenda amada por la mayoría.

Lo que hizo en tan poco tiempo y la percepción que tenían las personas de él creaba un vínculo extraordinario con ellas, al mismo tiempo que esa imagen suya, con un halo religioso, instauraba una empatía absoluta y directa; aunque el pueblo creía en él, sobre todo, porque era capaz de trasmitir tranquilidad, paz y, sobre todo, confianza.

LOS AMORES

Tuvo varias novias, pero caló bien hondo en él Paquita Rabaza. La veía cada tarde en su escuela solo para enternecerse con su mirada y jurar que al siguiente día le daría un beso. Pero nunca se rompió ese idilio.

Después se fue a EE. UU., donde se encontró con Isabel Blandón, la salvadoreña bonita 17 años mayor que enloqueció con su sonrisa, con la que se casó oficialmente en La Habana, una hora después de que fuera de nuevo a buscar a Paquita para quedarse igual de embelesado sin poder declararle nada.

Ya siendo un famoso guerrillero, en Yaguajay, se encontró con Rosalba Álvarez, guajira muy bonita y vistosa. Contó ella que entre los dos se flecharon desde el primer día; Rosalba dejó a su novio y quedó como la pareja de Camilo en la guerrilla, quien esta vez no fue tan cohibido, según afirma la guajira de San Francisco, aunque no pasó mucho entre ellos, al cumplirse en demasía las reglas y porque cuando Camilo fue para la Habana ella no se fue a vivir con él.

CAMILO NO PUEDE ESTAR MUERTO

Deberíamos ir todos los cubanos a buscar en Camilo lo imprescindible ahora: su esencia humanista, capacidad dialogadora, pensamiento revolucionario sin extremismos, fidelidad al pueblo, compromiso con los humildes, limpieza moral que destruya cualquier corrupción, entrega sin límites a la verdad y la justicia.

A Camilo lo aman todavía millones de personas probablemente porque lo siguen viendo como un referente de los primigenios principios de la Revolución. Deberían todos los cubanos llegarse a Camilo más de dos veces al año, y andar con él para entender de valores, principios y formas de hacerse a la vida con símbolos que sirvan para agarrarse fuerte y, de paso, conducirse por un camino de redención histórica.

No podemos permitirnos tampoco dejarlo donde lo quiere alguna gente, puro, santo o de piedra fundida. En los pedestales no quiero a este hombre, ni en los museos impolutos, o libros imperiosos o estatuas de alquiler; lo quiero en la calle, de donde es.

Camilo es de las profundidades del pueblo y a esas honduras hay que ir siempre, para que siga siendo el Señor de la Vanguardia.

Guillermo Luna Castro*

Texto de Guillermo Luna Castro*

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