Cada puntada sobre las telas enhebra el quehacer del Taller de Confecciones Textiles de Venegas, en el municipio espirituano de Yaguajay. Dentro de esta institución, referencia para la Unidad Administrativa de Producciones Varias (Emprova), del territorio e, incluso, para la provincia, el pedaleo sobre las máquinas de coser opaca hasta el más simple de los sonidos.
Y es que puertas adentro de este lugar la rutina transcurre entre hilos, tijeras, tejidos, prendas de vestir. Allí, el ajetreo es admirable,
sobre todo, porque las 15 trabajadoras que integran el colectivo le ponen ganas al arte de la costura. Para estas mujeres, coser es como tejer historias con hilos y telas.
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PUNTADA A PUNTADA
Juana María Pérez Rodríguez ha pasado su vida detrás de la máquina de coser. Desde sus años como profesora de la academia, donde enseñó a niñas y jóvenes a bordar y a coser, hasta su llegada al Taller de Confecciones, de Venegas, esta mujer no ha hecho más que entregarse en cuerpo y alma a ese noble oficio.
En el centro se desempeñó como revisadora hasta que acogió la jubilación y, tras la reincorporación, funge como candelillera, al tiempo que hace ojales y pone botones. A cada una de estas faenas le pone empeño. “El trabajo es un poco difícil porque tengo que hacerlo rápido para que el personal trabaje, pues los pantalones pasan primero por la candelilla para después hacerlos”, explica Juana, y en sus ojos hay mucha satisfacción por lo que hace.
Como ella, las 10 trabajadoras directas a la producción se enfocan en no detener las elaboraciones. Bien lo sabe Adelaida Ruiz Fernández, administradora del lugar, quien, además de encauzar el trabajo, es una de las costureras que han curtido el recinto.
“Nos enmarcamos en las confecciones textiles para mujeres y hombres, así como los útiles del hogar. Hacemos blusas, sayas para uniformes, entre otros artículos para las féminas, y elaboramos camisas y pantalones de trabajo para los hombres. Dentro de los útiles del hogar tenemos juegos de sábanas, fundas, delantales, jabas vianderas, agarraderas, paños de mano, todo lo que hace falta en las casas”, recalca Ruiz Fernández.
De lunes a sábado las puertas del Taller de Confecciones de Venegas están abiertas. Al interior, un grupo de mujeres pierden de vista los metros de tela que han cortado a tijera limpia o que han convertido en blusas, pantalones, sábanas, manteles. Para ellas, cumplir los planes de producción es tarea de orden.
“Todos los meses cumplimos los planes de producción y hasta los sobrecumplimos. Al cierre de enero del presente año, de un plan de 260 000 pesos, logramos 567 000, y también superamos las 364 unidades físicas previstas a realizar. La materia prima no nos ha faltado hasta ahora, de hecho, para la continuidad del año, al menos para este semestre, la tenemos garantizada”, detalla María Isabel Armas Rodríguez, quien está al frente del área económica.
Y si hoy el Taller de Confecciones Textiles de Venegas no ha frenado el impulso productivo es gracias a la Emprova que, entre tantas funciones, siempre tiene bajo la mira la contratación. Lo confirma Raquel Pérez López, directora de la entidad. “Buscamos siempre la forma de tener clientes que nos vendan esa materia prima, aunque no sea de primer mundo.
“Por ejemplo, a veces hacemos un pantalón, un overol, una camisa, y nos olvidamos de cosas fundamentales que se necesitan en el hogar como los trapitos de cocina, el delantal. Entonces, nunca buscamos la perfección en el tejido, buscamos tener la materia prima y la perfección la intentamos en nuestros talleres.
“Todo es importante. El rechazo, que es la tirita esa de la que hablamos, lo aprovechamos en los talleres de Itabo, y allí hacemos alfombras, entre otros artículos. Siempre estamos al tanto de lo que tenemos hoy y de lo que nos hace falta mañana”, acota Pérez López.
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HILAR EMPEÑOS
Nereida Díaz Castillo recuerda como si fuera hoy la primera pieza que logró detrás de la máquina de coser. Ni sus más de cinco décadas de existencia han mellado la constancia de su etapa como aprendiz en el mundo de la costura. De aquellos años mantiene intactos el empeño y la voluntad de hacer, hilos con lo que teje su permanencia en el Taller de Confecciones Textiles de Venegas.
A su paso por este centro se ha desempeñado como costurera, en el área de producción y como inspectora de calidad, labor que asume en la actual etapa. “Como inspectora de calidad reviso las piezas de las costureras, y les corrijo ante algún detalle. Reviso las fajas, el falso, los laterales, los bolsillos, y arreglamos si es necesario”, cuenta con la humildad de quien siente que aprende todos los días.
Y es que el taller convida a crear, a producir y a no cruzarse de brazos ante el menor de los tropiezos. No por gusto, en medio de la actual contingencia energética que vive el país, estas féminas ajustan sus horarios y hacen malabares con el tiempo para no dejar de cumplir con los encargos productivos. Saben de sobra que de sus manos emergen las piezas que se destinan hoy a las ventas minoristas y mayoristas que planifica la Emprova.
“Entre todas nos ayudamos. Cuando tenemos energía nos incorporamos al trabajo. Ellas están en el taller antes de que llegue la corriente para no perder tiempo y, una vez restablecido el servicio, ya sea de noche, retoman las producciones. Hay mujeres que viven en otras comunidades como La Dalia y en la periferia del poblado, y para trasladarse hasta el taller se quedan en las casas de sus compañeras de trabajo que viven aquí en Venegas. En ocasiones han venido a trabajar hasta por la madrugada”, alega la administradora del centro.
Con una tecnología moderna, sustentada en máquinas eléctricas, como las de candelilla, ojal, botón, y las máquinas planas, conocidas tradicionalmente como las de coser, se impulsan las elaboraciones. “En el taller todo es con energía. Para hacer un ojal o un botón dependemos de la corriente”, refiere Adelaida. Quizás por eso, ha sido el sentido de pertenencia lo que hace que estas mujeres compartan la rutina entre la casa y el taller.
“Nos organizamos en la casa, y desde que llega la corriente salimos para el taller. Estamos orgullosas de lo que hacemos”, destaca Juana María, quien desafía los más de 60 abriles que lleva a cuestas.
Un sentimiento que comparte la propia Nereida: “Cuando no hay corriente trato de adelantar la comida con carbón y de hacer las cosas de la casa para, apenas llegue la energía, incorporarme al taller. Mi familia y mi esposo me apoyan en todo. No me siento cansada, porque me gusta el taller, y me gusta mi trabajo”, resalta Díaz Castillo.
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TEJIDOS DE REFERENCIA
En el pleno centro de Venegas despunta el Taller de Confecciones Textiles. Allí una decena de mujeres hacen de la costura un motivo de vida. Tanto es así que, gracias a sus producciones, ensalzan el quehacer de esta institución no solo en la geografía yaguajayense, sino también en la provincia.
Quizás sea el cumplimiento de los planes una de las tantas razones que hablan de la constancia y de la valía de quienes forman parte de este colectivo. Su prestigio es avalado por Alberto Rodríguez Pérez, director provincial de la Emprova en Sancti Spíritus. “El taller de Venegas es de referencia. Ha sabido mantener siempre una positividad en el cumplimiento de los planes, haciendo, buscando nuevas producciones, nueva creatividad.
“Las confecciones textiles resultan muy difíciles en estos momentos. No obstante, ellas se imponen a los problemas, se busca la materia prima y se trabaja continuamente, y todos los días van al taller a dar lo mejor de sí. El trabajo que realizan es decisivo porque abarca casi el 10 por ciento del cumplimento del plan de las confecciones textiles en la provincia. Son dignas de admirar. Sin ellas no seríamos nada”, apunta Rodríguez Pérez.
Mas, este reconocimiento no es obra del azar. Cada logro alcanzado se debe a la entrega de estas mujeres que a diario desafían la inercia y echan a andar las producciones. Cada pieza alcanzada es razón para sentirse útiles y satisfechas.
“El taller de Venegas es símbolo de lo que es la Empresa de Producciones Varias no solo de Yaguajay, sino también de la provincia. El sentido de pertenencia que le impregnan estas féminas, lo hacen cada vez más hermoso”, señala la directora de la Emprova en el norte espirituano.
No hay dudas: en el Taller de Confecciones Textiles de Venegas se respira entusiasmo y deseos de hacer. El constante pedaleo sobre las máquinas de coser construye la historia de unas cuantas féminas que prefirieron tejer la vida con los hilos del ingenio y el compromiso.
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