Causas y azares de la ofensiva revolucionaria de 1968

Importantes transformaciones tuvieron lugar en la isla durante ese período, coherentes con la filosofía socio-económica de Fidel y su particular modo de concebir la política igualitaria que ya venía sustentando el proyecto revolucionario desde 1959

La primera Ley de Reforma Agraria benefició a miles de familias campesinas.

Cuando en marzo de 1968 Fidel eliminó el último bastión importante de la propiedad privada en Cuba, lo hacía convencido de que, con ello, podría imponer el modelo socio-económico en el que creía, desarrollar los planes económicos soñados y desembarazarse de la presión aislacionista externa.

Este rápido y sorpresivo proceso de confiscaciones cerró el ciclo de las nacionalizaciones iniciado en el propio año 1959 e impuso la filosofía de Fidel de que para el socialismo la propiedad privada no era imprescindible. Confiaba, en tanto, en la idea de un sistema económico totalmente socializado, propio, congruente y sin contradicciones clasistas.

LOS PRECEDENTES

La nacionalización de la propiedad privada después de 1959 se realizó con el objetivo de castigar a Fulgencio Batista y su círculo cercano, que se habían beneficiado del régimen o como vía para dar curso a una filosofía o programa político, como el del Moncada.

Por ello, en 1959 diferentes empresas fueron confiscadas y entregadas al Estado cubano, sin permitir volcar esas propiedades al sector privado, pues ya la filosofía de la estatización dominaba la mente de los más radicales dirigentes.

El golpe nacionalizador más imponente en ese período lo fue la Ley de Reforma Agraria (17 de mayo de 1959), la que sacudió sin misericordia la estructura latifundista entronizada en Cuba desde la colonia y demolió la propiedad de la gran burguesía agraria, fuera norteamericana o nacional, a la que privó también de su influencia, aunque los compensaba con procederes que, si bien astutos, eran respetuosos de la práctica internacional de entonces.

A mediados de 1960, cuando la guerra de todo tipo impuesta por Estados Unidos a Cuba se hacía cada vez más radical, también las respuestas dadas por la isla lo fueron, no solo para seguir la lógica de un pragmatismo sobreviviente (ejemplo, la Ley de confiscación vs. Ley para reducir cuota azucarera), sino para destruir la unidad de intereses del capital norteamericano y la alta burguesía nacional.

Esa es la razón de las grandes nacionalizaciones realizadas entre agosto y octubre de 1960, primero respondiendo a la cancelación de la cuota azucarera y después a ataques a la soberanía nacional o guerra declarada, a partir de lo cual se confiscaron prácticamente todas las restantes propiedades norteamericanas, para al final ejecutar también la nacionalización de la propiedad industrial, comercial y bancaria de la gran burguesía nacional, con lo que se acuñó el carácter socialista de la Revolución.

Con ello se concluye el Programa del Moncada, dando paso a una política centralizadora que, si bien rompía todavía con el socialismo europeo, tenía una clara intención de acercarse a sus paradigmas.

Ya con el trasfondo socialista, se imponen tres políticas económicas; la inicial de 1961 que mostraba ya el gran atisbo idealista, al creer posible el desarrollo de la industria, cuando todas las condiciones para lograrlo eran muy insuficientes, así que en 1963 se rectificó, por primera vez, yendo a lo seguro, con el privilegio entonces del desarrollo agropecuario, principalmente del azúcar.

Pasado el segundo quinquenio de los sesenta, se impuso la política del Registro Económico que, si bien no soslayaba la anterior, sí se lanzaba ciegamente a la construcción de un ideal comunista donde todo el sistema económico conocido y lógico dejaba de existir, imponiéndose el voluntarismo y el idealismo más duro, desde un modelo atípico, nuevo y soberano, aunque no sobreviviría.

Lo raigal para 1968 es que Che Guevara representaba no solo el ideal más novedoso en los grandes movimientos de los jóvenes en todo el mundo, sino que en Cuba se elevaba como el ícono por antonomasia del socialismo y la identidad del hombre nuevo por construirse en un contexto de lucha titánica, donde solo valía lo épico en medio del aislamiento más brutal.

En consecuencia, las nacionalizaciones de 1968 rompieron de manera definitiva todo vestigio de capitalismo, propiedad privada e individualismo económico; en consonancia con el disfrute de la resistencia más contundente y heroica.

LA OFENSIVA

Fidel decidió las nacionalizaciones de la propiedad familiar y personal como alternativa a la política económica tipo soviética, aunque los retos eran enormes y su alcance estratégico era difuso para muchos, incluso dirigentes revolucionarios.  

Después del 13 de marzo de 1968, cuando Fidel habló por vez primera de la necesidad de una poderosa Ofensiva Revolucionaria contra la pequeña propiedad privada, de la que solo sobrevivió la propiedad agraria,  la sociedad fue invadida por una fiebre total que avaló la necesidad de confiscar y socializar decenas de miles de bodegas, peluquerías, timbiriches, restaurantes, cafeterías, lavanderías, barberías, zapaterías, talleres, carpinterías y bares, estos últimos considerados casi perversos en aquellas circunstancias.

Al eliminarse el trabajo por cuenta propia, se apostó a una solidez en la conciencia moral del pueblo que tributaría, por sí mismo, al desarrollo del país desde un compromiso histórico decisivo, y aunque el impacto primario fue negativo, hubo apoyo mayoritario a la medida, quizás porque mostró la pobreza de todos por igual.

Al analizar todo esto no debe olvidarse que Cuba, en esos instantes, estaba asediada por Estados Unidos como nunca antes; aislada del resto del mundo, en medio del sisma político entre la URSS y China, con la presión soviética de no prestarle asistencia imprescindible y solo con el apoyo de la izquierda del mundo.

Era ese año, asimismo, cambiante y contradictorio, pues si bien la guerra ideológica se hacía extrema por momentos, con la enorme presión sobre la intelectualidad más libre, la lucha ardiente contra todo lo que no fuera épico, mientras se sobrevivía a la presión migratoria con la Ley de Ajuste Cubano y a la enorme escasez, había momentos trascendentes: los ecos del Salón de Mayo todavía retumbaban, aparecían los futuros protagonistas de la Nueva Trova, se asentaba una revolución trascendental del cine europeo y cubano y bullían debates teóricos sobre la cultura, la estética y los tecnicismos económicos más duros.  

Tratar de entender la Ofensiva Revolucionaria por sus resultados negativos, como otro elemental error de política económica, una decisión absolutamente voluntarista y radicalmente idealista, o asegurar que fue solo parte de la ortodoxia más rancia del marxismo-leninismo, o peor, valorarla desde la actual realidad histórica, no solo anula el contexto complejísimo de donde surgió, sino que lastra su valoración en su justa medida.

La Ofensiva Revolucionaria es coherente con la filosofía socio-económica de Fidel, con su particular modo de concebir la política igualitaria que ya venía sustentando el proyecto revolucionario desde 1959.

Guillermo Luna Castro*

Texto de Guillermo Luna Castro*

6 comentarios

  1. Guillermo Luna

    Rolando, mis respetos, pero: por qué hay algo mal con eso? No sucedió? Si es historiador sabe que ese es un hecho, no una valoración. El Che se dió cuenta de muchas cosas con respecto a la URSS, y una de ellas es que podía actuar como una potencia tradicional incluso con sus aliados si no se le alineaban. No era el mejor momento de la relación entre Cuba y la URSS, que cambió después de cambiar la posición de Cuba con respecto a la invasión soviética de Checoslovaquia. Solo se referenció, de soslayo, para demostrar la tesis de que Cuba estaba asediada, incluso incomprendida y ese es otro factor que lleva a Fidel a tomar una decisión. Si tal vez hubiera ampliado su idea hubiera precisado más. Quede bien.

  2. Guillermo Luna

    Sarahí, tienes el derecho a decir lo que quieras, y si no te parece bien que en el periódico de una provincia se hable de historia de Cuba y del pensamiento de Fidel y de su concepción, y se explique por qué actuó de una manera y otra, también es tu derecho, pero no voy a ir a ti a buscar temas de historia local ni de ningún tipo, pues son muchos los que hay en el tintero de los que puedo hablar. El caso es que un artículo como este ha despertado mucha polémica en muchos lugares, precisamente porque no se habla de él, o se asume el discurso de las redes sociales o no se dice nada, imponiéndose, eso sí, el ataque contra los símbolos como Fidel y todo lo hecho por la revolución. Ojalá siempre se publiquen los comentarios pues no solo es un derecho, sino que pueden marcar diferencias naturales. No sé por qué hablas de humildad, de veras, no tiene sentido, porque el tema se trató sencillamente porque en estos días se cumplió un aniversario más de aquel extraordinario hecho, que tú, con un provincialismo típico, quieres abaratar. Un periódico de una provincia no tiene por qué achicarse, sino hablar como hace de temas diferentes, incluso de historia de Cuba, pues ellos se reflejan de modo particular en cada rincón del país. Quede bien.

    • Quedo bien, sin dudas. Quedo bien porque me doy cuenta de que tildarme de provinciana porque cuestiono la pertinencia de su artículo dice mucho más de usted, autor que va detrás de cada opinión contraria, que de mi, lectora que tengo derecho a decir que no me ha interesado en lo más mínimo. La humildad, señor, es también reconocer que no tiene usted todas las preguntas, porque no creerá que tiene todas las respuestas. Quedo bien, quedo satisfecha de que no estaba tan errada en la percepción que tuve de lo que Ciro Bianchi llama «el escribidor». Cuando quiera conocer sobre la Ofensiva Revolucionaria y sobre algún dilema de la historia de Cuba, tenga por seguro que consultaré la opinión de algún historiador de academia. En Cuba y en Sancti Spíritus incluso los hay muy buenos. Quede usted mejor que sus lectores.

  3. Para una clase universitaria está bien, pero para un periódico? Me lo leí completo ya por curiosidad, porque no podía ser que Escambray estuviera reproduciendo un capítulo de un libro. Novedad e interés, cero. Para no hablar de la escasa pertinencia. Si a este autor le faltan temas de historia local, que consulte, que pregunte, que se asesore. Es bonito ser un intelectual humilde.

    • Este intento de justificar la Ofensiva Revolucionaria demuestra que existe y aun esta muy vivo el prnsamiento estatista e igualitarista que prevalecio hasta hace muy poco. Primero, es un error llamar capitalismo a los pequeños negocios, y me remito a Marx que hablo de confiscar y socializar solo los medios fundamentales de producción y segundo, confunde Socializacion con Estatizacion, la vida ha demostrado que no son la misma cosa. Por otra parte el autor ignora la autocritica que se hizo Fidel en el 1er Congreso del PCC, donde señalo como grave error este y otros fenomenos ocurridos en 1968 y años subsiguientes, calificandolos de Idealismo, y que culminaron con el fracaso de la Zafra de los 10 Millones en 1970. Entonces decir que la Ofensiva es tergiversar el pensamiemto del Comandante, que hay que verlo de manera mas integral.

  4. Hay algo mal, en 1968: «con la presión sovietica de no prestarle asistencia»

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