Código en grande para los más pequeños

Los derechos de niños, adolescentes y jóvenes cubanos centran los debates hoy en todo el país en consultas populares, dirigidas a enriquecer el anteproyecto de código que abarca a estos grupos etarios

Un Código que suelte riendas, proteja, preserve y haga cumplir sus derechos. (Foto: Pastor Batista Valdés)

Nadie negaría lo que ha significado para los diputados cubanos legislar sobre soberanía alimentaria, seguridad alimentaria y nutricional, procesos penal y administrativo, pesca, comunicación social, fomento y desarrollo ganadero, expropiación por razones de utilidad pública o interés social, código de familias…

Recordemos que, entre 2019 y 2024, fueron aprobadas 50 leyes y 115 decretos leyes; o sea, 165 normas jurídicas de rango superior.

Un asunto, sin embargo, sigue calando de manera muy sensible dentro de quienes tienen la privilegiada oportunidad de representar –también en el ámbito jurídico– a toda la población. Hablo del Código de la Niñez, Adolescencias y Juventudes, cuya política integral ha generado un intercambio muy rico.

Es obvio que así sea. ¿En qué hogar no hubo, hay o habrá un niño, un adolescente, un joven? ¿Acaso hay algo más importante que ellos para una familia, para un país como Cuba?

Tal vez ahí radique la primera fortaleza. De aterrizarla humana, familiar, institucional, jurídica y socialmente, se trata.

No por casualidad la titular de Educación, Naima Ariatne Trujillo Barreto, ha reiterado que el Anteproyecto está abierto a la lectura en el portal de ese Ministerio, precisamente como una de las acciones para implementar, desde dentro, esta política, en línea con el del Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, para que sea «un código conocido, interpretado y asumido cuando se apruebe».

DE TODOS Y A TODOS, UN POQUITO

Aunque vitales, Educación y la familia no son los únicos actores determinantes para materializar la política trazada.

Deviene fortaleza que en el proceso de consultas y preparativos hayan intervenido más de 20 000 niños, adolescentes y jóvenes, además de campesinos, obreros, académicos, científicos, asociaciones, institutos, organizaciones, centros de estudios, universidades, expertos en la Constitución y en el Código de las Familias, jueces, fiscales, representantes de Salud y de otros ministerios.

Si, como decimos en el argot beisbolero, «todo el mundo clava los “spays” en su pedacito», entonces puede haber cada vez menos trecho entre el horizonte de derechos establecidos para el universo infanto-juvenil y la realidad.

Es muy  bueno que medio centenar de leyes y 116 decretos-leyes respalden derechos y protejan a niños, adolescentes y jóvenes cubanos. Pero sería mucho mejor que sociedad adentro no hubiese fisuras en asuntos de índole económica, acceso a la vivienda, calidad del proceso educativo, motivaciones profesionales, formas de marginación, de maltrato o de violencia… que el propio análisis de la política integral ha venido develando como preocupaciones de ese segmento poblacional.

Abrán Sanchez, máximo dirigente espirituano de la Unión de Jóvenes Comunistas, admite que, aun cuando muchos de esos temas son de interés en la agenda de la organización, es necesario más empuje y, sobre todo, mayor integración.

Autopista Nacional, enero de 2025. Tras largar un suspiro de alivio, el adolescente me regala un ocurrente «gracias por la botella; llevaba rato ahí, la cosa está brava».

Muy pronto me percato de que tal afirmación trasciende las agonías del transporte. Con apenas 15 años de edad, Alejandro Cruz lleva cuatro viviendo solo en una comunidad rural llamada La Amistad. «Yo mismo me cocino –explica–, lavo mi ropa, cuido mi casita y trabajo en lo que haga falta, con los campesinos de la zona».

–¿Y desde cuándo dejaste la escuela?

–En séptimo grado…

Aunque no predominen, casos así afloran. Lo sabe la tunera Yanira Goúl Borne, a la sazón jefa del Departamento de Prevención en la Dirección de Trabajo y Seguridad Social, con quien semanas atrás razoné acerca del asunto.

«Cuando un adolescente deja de ir a la escuela, debemos ver en ese hecho una alarma, y actuar de inmediato junto a Educación, la ujc, la Organización de Pioneros José Martí, el Gobierno, el Partido, los Comités de Defensa de la Revolución y otros factores».

Yanira no hablaba en abstracto. Días antes habían «salvado» a un adolescente del consejo popular No. 3, que –con anuencia incluso de sus padres– dejó la escuela para realizar labores agrícolas.

Un poco más difícil, aunque no imposible, había resultado otro caso, basado en la limpieza de autos rentados o en faenas parecidas.

Un trabajo de investigación reciente, publicado en la revista Bohemia, ejemplificó que, en el reparto holguinero de Sanfield, se ha visto a niños de 11 años recogiendo basura; en 1ra. y 24, Miramar, Luisito se brinda para darles trapo a carros de turistas; y en Centro Habana, Juan Miguel, de siete u ocho años suele sentarse en la acera, con un pozuelo al frente… para que lo «ayuden».

Situaciones así pueden entroncar con objetivos como el número dos de la mencionada Política, concebido para la identificación, análisis, atención y seguimiento a niños, adolescentes y jóvenes en estado de vulnerabilidad. La pregunta es si tal fortaleza se está expresando en todas partes como tal, o si deviene debilidad por falta de  acción.

En Ciego de Ávila, la pequeña  Alexa Hernández pudiera estar sufriendo penurias que ninguna sociedad justa desea para la infancia. Sus padres cumplen sanción, por delitos cometidos. La niña, en cambio, está colmada de cariño en la casa para niños sin amparo familiar.

¿Acaso el hecho de que niños, adolescentes o jóvenes convivan con padres u otros familiares significa que todo esté ok?

La anciana María Valdés sabe que una cosa no siempre tiene que ver con la otra. Y es que, junto a su vivienda, una joven madre (mal)trata constantemente a la hija, de apenas tres añitos, con regaños y palabras, como si la pequeñita fuese adulta.

Catorce objetivos, muy bien definidos, en fin, abren una puerta para que la Política no esté ajena a realidades así, o a la necesidad de más espacios para el esparcimiento, formación vocacional realmente abarcadora y efectiva, conocimiento de la historia, educación cívica, solidez de valores o algo tan aparentemente «simple» como la falta de anticonceptivos (o de orientación y educación sexual) que elevan los embarazos en la adolescencia, como ha sucedido en Holguín, Granma, Las Tunas, Camagüey, Guantánamo, Ciego de Ávila…

LAS FRACTURAS DEL ÉXODO

Un fenómeno sigue acentuando su brutal impacto sobre la piel y las entrañas de las nuevas generaciones: la migración.

Con razón, jueces y especialistas han abordado el asunto en talleres acerca de las familias en Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.

A Norberto Rosabal Callejas se le ensombrece el rostro al hablar de dos ancianos moronenses que quedaron solos con un pequeño nieto, cuya guarda y cuidado solicitaron. Se les concedió, y hoy piden privación de la responsabilidad parental para los padres del menor, de quienes no han vuelto a saber desde que viajaron hacia Estados Unidos.

El caso de una mujer que hace años le entregó su bebita a una vecina, emigró y no ha vuelto (lo que dificulta el proceso normal de adopción); o de un padre que, ahora en el exterior, se niega a que su hijo se reúna con la madre en otro país, son apenas dos de los numerosos ejemplos que empiezan a parecer «cosa normal» (aunque nunca lo serán) en cualquier parte del archipiélago.

A Rosario Zabala, directiva con magnífico desempeño en el giro de la poligrafía, se le oprime el pecho al ver a un adolescente que quedó con el abuelo: hombre adicto a la bebida, con problemas de salud, hospitalizado tras caer de una escalera… ¿Qué le aguarda al noble muchacho?

Miriam Antonia Téllez Vargas, presidenta de la Sala que se ocupa de esas materias en el Tribunal Provincial Popular tunero, conoce lo que también subraya el joven sicólogo clínico avileño Danis Rodríguez Ceballos: el efecto que deja la separación de padres que emigran «para asegurar una mejor situación económica, mejor futuro para sus hijos». Correcto, pero… ¿y el presente, qué?  ¿Y qué del efecto en la siquis?

Muchos parten sin actualizar la situación de hijos menores de edad, pudiendo concurrir antes a la Notaría, para delegar temporalmente esa responsabilidad en alguien; aprovechar la llamada homologación de acuerdo (consenso mutuo de ambos cónyuges, con presencia de abogados), las diligencias preliminares o práctica de pruebas anticipadas de declaración de partes…

Por ello, la joven Liliana Palmer Martín, al frente de la Sala de las materias mixtas del Tribunal Provincial Popular espirituano, su homóloga avileña Deyli González, y Roberto Cruz Santiesteban, del municipio de Ciro Redondo, subrayan el principio del interés superior del niño, como expresión de su derecho a ser escuchado y tenida en cuenta su opinión, en aras de la decisión más justa.

Como se sabe, el Anteproyecto de Código será sometido a aprobación parlamentaria en julio. Por estos días, transcurre su análisis en el seno social. Conocer su contenido es vital para padres y adultos en general. La verdadera fortaleza de esa norma, sin embargo, estará en su dominio por parte de esos niños, adolescentes y jóvenes, quienes constituyen hoy –y seguirán siendo mañana– los destinatarios o beneficiarios directos de ella.

Pastor Batista

Texto de Pastor Batista

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