El Gobierno de Estados Unidos decidió este jueves cancelar programas utilizados para su llamada “promoción de la democracia” en Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero realmente dejará huérfanos esos propósitos que por años han acompañado su política exterior.
Según la información difundida este jueves, la medida es resultado de una revisión del Departamento de Estado que concluyó que los proyectos no respondían al “interés nacional” de Estados Unidos.
Entre los incluidos en los ajustes está el Instituto Republicano Internacional (IRI, por sus siglas en inglés), que perdió la mayoría de sus programas financiados por el Departamento de Estado y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), así como el Instituto Nacional Demócrata.
También la denominada prensa independiente en Cuba recibió, de momento, un golpe de gracia, porque la administración de Trump calificó de innecesarios ciertos programas de ayuda, entre ellos una subvención de 1.5 millones de dólares del bolsillo del contribuyente estadounidense destinado a, supuestamente, fortalecer el periodismo en la isla.
El miércoles, durante una audiencia del Senado que analizó el avance de los intereses de Estados Unidos en el hemisferio occidental, el senador floridano Rick Scott invocó algunas opiniones actuales sobre la ayuda exterior entre los funcionarios de la administración Trump.
Resulta que se preguntan cómo se justifica el dinero gastado en programas que en los países mencionados van dirigidos fundamentalmente al cambio de régimen si al final no se cumple.
Scott admitió que no puede sentirse “emocionado” sobre los fondos gastados en ayuda “exterior porque algo podría pasar” (el cambio que nunca llegó). Aunque él lo dijo con otras palabras, a fin de cuenta los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua siguen en pie.
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