El arte de conservar y restaurar documentos (+fotos)

Volver a la antigua Mesopotamia, en tiempos en que floreció lo que hoy conocemos como libro, inspiró al pequeño colectivo que hizo suyo por varios días al Salón de Convenciones La Merced, de Sancti Spíritus. Fue ese uno de los tantos atractivos que animaron las horas de diálogo acerca de cómo técnicas milenarias fusionadas con experiencias contemporáneas pueden hacer germinar ese objeto vital para el crecimiento espiritual de los seres humanos.

En uno de sus espacios, en los altos de la Plaza del Mercado, clases teóricas y prácticas robaron la atención de quienes asistieron al II módulo del Curso propedéutico sobre la conservación y restauración del material archivístico y bibliotecario; otra vez, impulsado gracias a la colaboración de la Organización Internacional Italo-Latinoamericana, (IILA) con Cuba, específicamente con la Oficina del Historiador de La Habana.

“Hemos dedicado el tiempo a aprender el oficio de la encuadernación como base para la restauración de los libros —dijo Cecilia Santinelli, consultora experta de patrimonio cultural por la referida organización foránea—. También impartimos clases teóricas”.

Reunidos en círculo como modelo para lograr mucho más dinamismo entre el grupo, los encuentros dejaron a un lado los formalismos para convertirse en un verdadero espacio de goce. Hilos, agujas, pegamentos, papel… tomaron vida en cada una de las manos.

“Nos ha permitido adquirir conocimientos teórico-prácticos, a fin de trabajar mucho mejor con la conservación documental —declaró Maribel Soria Pérez, especialista de Gestión Documental de la Dirección Provincial de Justicia, en Sancti Spíritus—. Es una gran experiencia, no solo por contar con profesoras excelentes, sino porque hemos aprendido y esos saberes ahora tenemos el compromiso de transmitirlos al resto de nuestros colegas”.

Mientras, la espirituana Belquis Clemente Carbonell, especialista principal del Grupo Estatal de Gestión Documental y Archivo, agradece a la Oficina del Conservador de la Ciudad de Sancti Spíritus la oportunidad de abrir las puertas de este segundo módulo que completa la formación en un proceso tan complejo, pero necesario: la conservación de documentos.

“La fusión de los temas teóricos con las horas dedicadas al trabajo con nuestras propias manos ha sido realmente una fortaleza que no podemos dejar guardada en estas clases”, acotó.

Salvar el papel es una prioridad para muchas naciones. Cuba no escapa de ese interés porque resulta tendencia que los documentos se afecten por la humedad derivada de los cambios bruscos del clima. De ahí que el arte de conservación sea el “oxígeno” más exacto para propiciarles una vida más larga y, así, salvaguardar parte de la memoria histórica colectiva.

“El curso forma parte del Programa de apoyo a la Red de Oficinas Patrimoniales de Cuba para la conservación y puesta en valor del patrimonio cultural y desarrollo de las industrias creativas, un proyecto insertado en la cooperación internacional iniciada hace 20 años entre IILa y la Oficina del Historiador de La Habana”, declaró Anyxa Quesada, coordinadora por la parte cubana de esa colaboración con IILA.

En noviembre de 2023 Sancti Spíritus acogió el primer módulo, donde los asistentes conocieron cuáles son los daños más recurrentes y las medidas necesarias para evitar los perjuicios al patrimonio documental.

“Habíamos reconocido que la conservación de archivos y bibliotecas —una de las más complejas— resulta la cenicienta en nuestro mundo. Incluso, la formación de personal está muy fragmentada. “Comenzamos a realizar cursos formativos largos, pero todos en un primer momento en La Habana. El traslado hacia la capital y encontrar alojamiento para varias personas laceraron las asistencias. Entonces, en el 2015 iniciamos la labor de llevar los saberes a través de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las ciudades patrimoniales de Cuba. Por Cienfuegos comenzamos lo que llamamos la ruta del papel”.

Conscientes de que el tiempo se hace corto para adquirir saberes y mucho más ponerlos en práctica con efectividad, se decidió, tal y como refirió Cecilia Santinelli, regresar en abril para oficializar el cierre de ambos módulos.

“Como cubana —alega Anyxa Quesada—, considero que el proyecto es muy enriquecedor porque, además de conocer a muchas personas y las particularidades de las añejas urbes, los asistentes, con los saberes que les impartimos, pueden seguir sus formaciones de manera autodidacta. La conservación y restauración de los documentos no se ofrece como oficio en nuestras escuelas taller. Después es que se puede apostar por la especialización. No resulta descabellado pensar que estos cursos pueden convertirse en el inicio de un empoderamiento para gestionar y desarrollar artesanías”.

Junto a nuestra provincia y Cienfuegos, han podido llegar a Matanzas, donde se sumaron los saberes sobre la madera, piedra y arqueológica, así como en Camagüey, Santiago de Cuba, Bayamo, Remedios y La Habana.

“Al unísono de los módulos, el proyecto apuesta por crear una red de oficinas que estén cerca de bibliotecas y archivos de cada ciudad patrimonial”, concluyó Cecilia Santinelli, quien dijo hasta luego a la urbe que le acogió como a una de sus naturales.

Sin dudas, la formación del capital humano, que durante varios días dejaron a un lado sus responsabilidades laborales para convertirse en alumnos y la donación del laboratorio de papel, favorecerán la preservación de manuscritos, libros, materiales de archivo y otros documentos que guardan la historia de la cuarta villa cubana, próxima a cumplir 511 años.