Si llegabas hasta la Secundaria Básica Ernesto Valdés Muñoz, de Sancti Spíritus —conocida popularmente como la Bayamo— y preguntas por Jorge Luis Gómez Pérez muchos tal vez no supieran responder; pero si indagabas por el Chino hasta los perros podrían señalar la oficina.
Así fue bautizado el director de todos por un alumno cuando comenzaba en el magisterio y ese apodo desterró por siempre a su verdadero nombre.
Este domingo se tornó triste para quienes estudiamos en la Bayamo. Desde hace años libraba una batalla campal contra el cáncer de próstata, pero la muerte lo sorprendió a traición.
Su hija María Carla lo describió como nadie puede hacerlo: “Maestro de generaciones, titán de su enfermedad, el padre más amoroso y consagrado, protector de sus hermanos, esposo digno de admirar y, sobre todo, mi guardián.
“Son más los que me quieren que los que me odian”, declaró Jorge Luis a Escambray hace unas semanas y no se equivocó. Sus estudiantes, en especial los más revoltosos, le hicieron guardia de honor vestidos correctamente en uniforme, como más le gustaba.
En la funeraria se congregaron profesores, familiares, amigos, directivos, padres y estudiantes. El Chino es un paradigma en la Educación espirituana, director de directores.
Su oficina siempre estaba entreabierta, podías llegar con la confianza de resolver alguna situación. El clásico llamado cuando los varones no tenía el pelado correcto o los pantalones estaban “entubados”. El primero en llegar y el último en irse. Tenía la Secundaria metida en cintura.
En la entrevista a la que tanto se resistió también expresó que este sería su último curso, pero esperaba poder reincorporarse a pesar de sus 66 años.
“La Bayamo se queda con un vacío irremplazable”, comenta en Facebook Javier Álvarez; mientras otros internautas lamentan el fallecimiento del director más respetado por todos.
Yunia, su compañera de vida y trabajo, con lágrimas en los ojos me pidió estas líneas “porque él las merece, su vida era la escuela. El Chino es el alma de la Bayamo”.
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