El linaje rebelde de Jarahueca (+fotos e infografía)

Este poblado de Yaguajay no devino un sitio más en la epopeya emancipadora de la nación cubana

La estación de Ferrocarriles es uno de los sitios emblemáticos del poblado. (Fotos: Alien Fernández/Escambray)

Jarahueca vino al mundo entre pitazo y pitazo del tren Santa Clara-Morón. Aquella estación de ferrocarril, plantada a mitad de camino a finales de la década de 1920, poco a poco dejó de ser un objeto anacrónico en la llanura y devino el ombligo de la comarca. Un bohío aquí y otro allá; una casa de este lado de la línea férrea y otra más acá. Hasta los emprendedores de antaño sacaron cuentas y, de la noche a la mañana, levantaron una fonda para domar el concertazo desafinado de las tripas de los viajeros de paso.

Y lo que era un puñado de casas se convirtió en un poblado, también a mitad de camino entre Sancti Spíritus y Yaguajay; un poblado donde hormigueó temprano la Revolución. En 1933 nació allí una célula del Partido Comunista, fundada por integrantes de las familias Hernández, Darias y Brito, el polaco Abraham Bulman y el viejo Fumero. A mediados de los años 40, la organización política derivó en el Partido Socialista Popular (PSP), y los militantes de allí se mantuvieron en sus trece en la lucha contra los desalojos campesinos.

Cuando el 10 de marzo de 1952 el tirano Fulgencio Batista pulverizó a metrallazo la Constitución de 1940, dos líderes sindicales de Jarahueca: Pedro López y Marcelo Hernández firmaron una carta abierta, encabezada por el alcalde de Yaguajay, José Ruíz Rodríguez, presidente del PSP.

Mientras tanto en La Habana, apenas conoció del golpe de Estado, Fidel redactó el artículo “Revolución no, zarpazo”. Después, lideró la Generación del Centenario, que asaltó el Cuartel Moncada en un rapto de bravura. Sobrevinieron el Presidio Modelo, la amnistía, la fundación del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), el exilio en México, el desembarco del Granma, la Sierra Maestra…

Quedaba una sola opción: la lucha armada; también lo comprendieron muchos hijos de Jarahueca, entre ellos el miembro del M-26-7 Manuel Brito Morales, asesinado por la tiranía el 7 de agosto de 1957, junto a otros combatientes, camino a las montañas del Escambray en un intento de crear un frente guerrillero.

A falta de uno, el M-26-7 fundó dos fuerzas rebeldes en la región central de Cuba: el Frente de Las Villas, comandado por el Che, y el Frente Norte de Las Villas, al mando de Camilo Cienfuegos, quien encontró sólida retaguardia en Jarahueca.

A esta localidad, los combatientes clandestinos habaneros le decían Moscú chiquito. Allí casi todo el mundo colaboró con la épica: las casas acogieron a rebeldes de tránsito, el boticario envió medicinas al campamento de Juan Francisco. En el poblado, una joven de apenas 16 años, Edith Camellón López, cosió y bordó una bandera del “26”, a solicitud de Camilo.

Sin disparar un tiro, el 3 de diciembre de 1958 la tropa del Señor de la Vanguardia liberó Jarahueca, donde no existía cuartel. Los batistianos, enviados a la localidad desde Yaguajay, pusieron pies en polvorosa en los días previos. No lo pensaron dos veces ante el avance revolucionario.

De todo el linaje rebelde de Jarahueca conoce el distinguido escritor Luis Cabrera Delgado. Muchacho al fin, se quedaba boquiabierto al escuchar los relatos de la guerra, en voz de su papá.

En una de las visitas del Héroe de Yaguajay a Jarahueca, la abuela de Luis, enferma entonces, lo mandó a buscar. Ella había conocido a Maceo y a Gómez cuando el combate de Iguará. Camilo fue a su encuentro en la casa; él le hizo mil preguntas acerca de cómo era el Titán de Bronce. Al día siguiente, le envió el médico de la tropa; para corresponder con el gesto, la abuela de Luis le regaló al Comandante una bufanda roja y negra. Le preocupaba que el guerrillero cogiera catarro en aquel invierno.

Enrique Ojito

Texto de Enrique Ojito
Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida (2020). Máster en Ciencias de la Comunicación. Ganador de los más importantes concursos periodísticos del país.

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