La historia del ferrocarril en Sancti Spíritus comienza con un crédito concedido en 1858 por el Royal Bank de Inglaterra. Impulsada por la Junta de Fomento, la concesión proyectó construir un tramo de 38 km entre Tunas y Sancti Spíritus, con un presupuesto neto estimado en 214 766 pesos—aún hoy una cifra astronómica.
El 23 de abril de 1864, el vapor caminó sobre rieles de 1,45 m de ancho, uniendo cuatro paraderos de mampostería en El Salado, Guasimal, Jaro y Colón. Bajo la batuta del Coronel Antonio Modesto del Valle y el ingeniero Alfred Lanier, aquel ferrocarril se convirtió de inmediato en columna vertebral de la región.
No pasó un mes antes de que Sancti Spíritus sintiera su impacto: los costos de transporte cayeron en picada, beneficiando a la pujante industria azucarera. En 1897, el ramal sirvió también para movilizar tropas durante la Guerra de Independencia, y durante la llamada “Tregua Fecunda” llegó a embarcar más de 30 000 reses para el mercado exterior.
El tráfico de pasajeros fue intenso desde el inicio, viajeros aprovechaban la conexión con el puerto de Zaza, e incluso una línea de vapor enlazaba con Estados Unidos. Así, este humilde tren no solo tejió vías de acero, sino que tejió una nueva lógica económica y cultural en el corazón de Cuba.
Esta riqueza material se complementa con el patrimonio intangible. En el puente cercano al paraje conocido como “Puente de los Pitos” o “Puente del Muerto”, colisionaron dos convoyes en una noche de brumas y uno de los guardias, transportando la nómina del mes, murió aplastado por la propia caja fuerte. Esa historia, transmitida durante décadas, integra la memoria colectiva de la ciudad.
Aquellos bienes que conservan la historia del primer tren espirituano son considerados patrimonio. Con los años se modernizaron las vías, las alcantarillas originales, las estaciones, como la de Tunas de Zaza, que aún posee su reloj, sus muebles, los aparatos de comunicación o la caja fuerte.
Evocamos este pasaje de la historia del ferrocarril en Cuba, justo cuando se conmemoró ayer un aniversario más de este hecho, no solo para contribuir a la difusión de la memoria histórica de nuestro sector, también desde la certeza de que el ferrocarril sigue siendo necesario y muy útil para el presente y el futuro de la nación cubana. Y para hacer realidad eso, tenemos que trabajar muy fuerte, con organización y aprovechando al máximo cada recurso disponible, sobre todo el más valioso, nuestros ferroviarios, a quienes siempre admiramos.

(Tomado del perfil de Facebook del Ministro del Transporte de Cuba)
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