En su andar por sus empedradas calles, cada escenario le narra al viajero una historia, desde aquellas empapadas por el sudor del esclavo entre cañaverales, hasta las más modernas
El arte popular, con raíces en herencias y tradiciones, se muestra al visitante desde la Villa de la Santísima Trinidad, en el abrazo de sus 511 años de fundada. (Fotos: Oscar Alfonso Sosa)
Trinidad, la Trinidad de Cuba, la añeja Villa, la Ciudad Museo del Caribe, vive las brisas de su 511 cumpleaños.
En su andar por sus empedradas calles, cada escenario le narra al viajero una historia, desde aquellas empapadas por el sudor del esclavo entre cañaverales, hasta las más modernas, donde un niño se empina para con sus manitos tratar de dibujar lo que su imaginación manda sobre el barro húmedo.
Desde una esquina, guitarras y maracas envían su música hacia un alto ventanal con sus rejas forjadas y desde lo alto de la casona, al mejor estilo colonial, con puntales altos y el rojizo tejado, la arquitectura ofrece la bienvenida.
En múltiples escenarios manos hábiles desandan con agujas e hilos una tradición con raíces potentes, mientras que otras transforman la fibra vegetal en disímiles figuras.
Cuando el viajero desanda la añeja urbe, una brisa muy caribeña le sacude el rostro y le agita los pasos.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.