Exquisitas ciruelas rojas

El reconocido escritor y profesor universitario Ramón Luis Herrera pone en las manos de los lectores su tercer libro de sonetos

La publicación impresa del texto fue uno de los regalos más especiales para el autor durante los días del capítulo espirituano de la Feria Internacional del Libro. (Foto: Arturo Delgado)

Como fiel heredero de su familia de linaje campesino, Ramón Luis Herrera Rojas es un cultor ferviente de la décima. Bajo las sombras de su bisabuela Mamá Vieja, quien recitaba poesía de los clásicos cubanos, de su abuelo José, ferviente improvisador de cuartetas y décimas, de algunos tíos y de su madre —también amantes de los versos— esculpió, poco a poco, ese don con el que, definitivamente, se nace.

“La décima es la forma poética más recurrente en mi obra”, resume de una forma tan clara y directa como cuando sube al estrado académico.

Pero, a ese legado le incorpora los saberes adquiridos tras años de desvelos frente a los libros, tantos que le han pasado factura a su visión —hoy mucho mejor gracias a la ciencia—. El niño de Cambao, punto rural yaguayajense, viste el traje de doctor en Ciencias Filológicas y muchísimos lauros justo a la medida de ser uno de los intelectuales más reconocido dentro y fuera de los perímetros espirituanos.

Y lo confirma su libro Ciruela rojas, aún con olor a tinta fresca. Sin dudas, el poder hojearlo, más allá de la velocidad de un clic se convirtió en el mejor regalo que recibió en los días del capítulo espirituano de la Feria Internacional del Libro, evento que se le dedicó, al igual que a María del Rosario Basso.

Aplausos sinceros merece tal logro de la Editorial Luminaria, justo en medio de un contexto recrudecido por las ausencias de papel y extensos períodos sin servicio eléctrico.

“Es mi tercer libro de soneto. Como se sabe, esa forma poética es una estrofa de una tradición, de un linaje muy grande en la Literatura Española. Su origen se encuentra en Italia, pero muy tempranamente la Literatura Española la adoptó. Ya en el Renacimiento tenía bastantes cultores y, desde entonces hacia acá, el soneto ha sido la estrofa de la tradición culta preferida por los poetas de todo el ámbito de la lengua”.

En Ciruelas rojas, la forma poética tradicional, caracterizada por su estructura de 14 versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos, vuelve a imprimirle una dimensión más rica al quehacer literario de Herrera Rojas al dotar a las imágenes de intertextualidad, muy necesario para el actual contexto. No es nuevo. Resulta su sello en las otras dos propuestas que se hojean y tienen al soneto —considerado como prueba de fuego para cualquier creador— su protagonista principal.

“Es un texto que se parece a los anteriores. Como soy profesor de Literatura de toda la vida, una de las cosas que hago es tratar de escribir poemas en el estilo de movimientos literarios del pasado, desde el Siglo de Oro de España hasta fechas más recientes. Si lo logré o no, lo dirán los lectores. Pero, realmente, me lo propuse como un juego; por supuesto, un juego muy serio”.

Basta leer algunas de las páginas para tropezar con un Ramón Luis Herrera Rojas capaz de hilvanar versos con naturalidad, soltura, como si fuera cuestión de tomar un vaso de agua. Con anterioridad en Sonetos de alfanje y la penumbra y Muerte del Sol y otros sonetos ya nos alertaba con su pluma que la sencillez cala en lo profundo.

“Me gusta mucho escribir sonetos por la estructura, ritmo, concentración de ideas o vivencias. Confieso, que cuando creía que no iba a escribir más esa expresión poética porque realmente es un trabajo muy intenso, llegó Ciruelas rojas y hoy ya está en la calle de forma impresa, que realmente es un verdadero lujo en estos tiempos”.

Y es que este profesor no abandona la escritura. Entre clases, reuniones extensas y revisiones de tesis desafía siempre a la página en blanco.

“Tengo unos cuantos libros inéditos. No los he dejado reposar del todo porque soy un poquito perfeccionista. Los reviso una y otra vez. Ahí están textos de ensayo. Me he atrevido hasta escribir narrativa, que nunca lo había hecho y, también están libros de poesía.

“Tengo otras ideas, pero en realidad hasta que no termine con cerca de los 15 títulos que tengo en proceso no puedo en la práctica asumir otros. Por supuesto, conferencias o pequeños artículos, sí. Estoy realmente muy ocupado. Lo otro es que, entre los terminados y los no, busco cómo los puedo introducir en las listas de las editoriales, ya sea en formato digital u otro”.

Entre esas esperas está una Antología de la Literatura infantil y juvenil cubana desde el siglo XIX hasta la actualidad, con más de 800 páginas.

“Desde la década de los 60 del pasado siglo la literatura infantil y juvenil ha crecido y se ha diversificado. Ni siquiera en los 90 hubo un retroceso porque surgió entre los escritores un espíritu transgresor; una búsqueda formal interesantísima de temáticas y estilos”, acotó.

Mientras se espera por las próximas sorpresas literarias de quien forma parte indisoluble de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez, la mejor invitación a hallar o reencontrarse con su firma es, sin dudas, degustar de las exquisitas Ciruelas rojas.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

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