Ya las miradas atravesadas y las frases tiradas al estilo de: “Qué fácil trabajan” o “Se pasan la vida de un viaje en otro”, duelen menos. Cualquier daño encuentra compensación cuando las ovaciones brotan o, sencillamente, tropieza de frente con sonrisas de agradecimientos.
“Le debo todo al teatro”, dice Fernando Miguel Gómez López, con 35 años y gran parte de ellos sobre las tablas. Este guajirito de Iguará se inició en cuarto grado en el movimiento de artistas aficionados en un grupito de teatro llamado Los Principitos, dirigido por Alberto Gómez. Permanecí hasta la Secundaria cuando aprobé las pruebas de la otrora Escuela Profesional de Arte de Santa Clara. Inicié en 2005 y me gradué satisfactoriamente en 2009”.
Sobre los escenarios —oficiales e improvisados— ha crecido, ha construido su familia, ha materializado muchos sueños profesionales como ser Licenciado en Comunicación Social y ver crecer a sus dos pequeños.
“Gracias al teatro tengo hogar propio. Le debo el reconocimiento que he cosechado a nivel de país, el conocer a muchas personas, incluso, Premios Nacionales de Teatro; todos me han aportado y han ayudado muchísimo para caminar en este mundo tan difícil, no solo del teatro, sino del arte, en sentido general.
“No me califiques de tremendista, pero le debo la vida. Fernando Miguel sin el teatro se muere. Definitivamente, hubiese sido una persona diferente. A pesar de las dificultades, un poco de incomprensiones, de no siempre contar con el apoyo institucional o de los decisores, no ha causado mella en ese sentimiento. Y aunque sí ha dolido, soy sincero, me ha dado más fuerza para seguir guapeando.
“A la vuelta de tanto tiempo, vale siempre empezar por el principio. ¿Quién diría que un guajirito de Iguará podría estudiar en una escuela de arte, incluso siendo hijo de una familia humilde? Sé que no sucede en otras partes del mundo. Por tanto, me considero afortunado y agradecido con la vida y con todas las personas que me han ayudado”.
Basta sumergirse en sus ojos de verde intenso para que la humildad de Fernandito —como le dicen sus más cercanos— o Miguelito —como le llaman quienes lo vieron correr descalzo por las guardarrayas de Iguará— hable sin auxilio de palabras. Tanto así, que cuando conoció vía WhatsApp, por encontrarse en el XXXIII Festival Mejunje Teatral de Santa Clara, que se alzaba con el Premio Provincial de Teatro Hugo Hernández 2024, junto a William Rodríguez López, quien labora en el área técnica, solo atinó con voz entrecortada a decir: gracias. Dicho lauro se confiere una sola vez en la vida a quienes han aportado al desarrollo escénico de la provincia.
“La noticia ha sido como un mazazo. Estoy sorprendido porque creo que contamos en Sancti Spíritus con muchos artistas que lo merecen. Creo que es resultado de mi compromiso, constancia y dedicación al teatro, no solo con mi grupo, sino con el de todo el territorio. Claro, hay muchas personas detrás de este logro. Primero, mis padres, quienes me dieron la vida y forjaron mi carácter. Luego, mi esposa Mirielsi Valdés, quien como actriz ha estado a mi lado desde que en 2015 devolvimos a las tablas a Dador Teatro, bajo algunas condiciones: asentaría carpa en la tercera villa de Cuba con una poética nueva, dedicado, principalmente a los públicos infantiles y un elenco novel. También, quienes me nominaron y creen en lo que hago”.
Surgieron entonces el robot de cerebro mecanizado que enamora a la Cucarachita Martina, el único gallo reguetonero del universo o el simpático burro, a la manera de Rubén Darío Salazar, Premio Nacional de Teatro; también Flor Estrella, con puntadas del dramaturgo villaclareño Ramón Silverio, así como las travesuras del payaso Circulito. Se han disfrutado en escenarios, incluso improvisados, ya que por años estuvieron con la carpa sobre los hombros hasta que en 2021, gracias al empuje del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, el Centro Provincial de Cine y la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), plantaron bandera en la otrora salita de video del Consejo Popular La Purísima, en la Ciudad Museo del Caribe. Justo allí, se han convertido también en escuela al impartir talleres sobre actuación y confección y manejo de títeres.
Pero desde mucho antes Dador Teatro dejaba huellas lo mismo en instituciones educativas de la Ciudad Museo Caribe que en círculos sociales o portales de comunidades de la serranía trinitaria. También a su paso por la Guerrilla de Teatreros, en Granma, en la Cruzada Guantánamo-Baracoa, la Cruzada Teatral Por la ruta de Camilo y Che y el René de la Cruz In Memoriam, en Sancti Spíritus; las Romerías de Mayo, en Holguín; Quinto Estudio de Primavera y el Festitaller Internacional de Títeres, en Matanzas; el evento Sin Fronteras, de Camagüey, y el Mejunje Teatral, de Santa Clara…
Su bregar se avivó desde que en 2015 tanto Fernando Miguel como Mirielsi recibieron el Primer Nivel en tránsito acelerado y así, ambos se sumaron a la larga lista de actores y actrices profesionales del país.
“Una de las cosas que más me duelen del teatro espirituano es que en los últimos tiempos ha caído un poco en la desidia. En la última década solo dos agrupaciones han marcado el paso en cuanto estreno, progreso, participación, calidad de los espectáculos… A pesar de que hoy cada uno de los proyectos de las artes escénicas del territorio cuenta con una sede, la programación es insuficiente y con muy poca promoción en los medios de comunicación y redes sociales. Y, sobre todo, nos ha afectado la falta de presupuesto para que podamos llevar a escena los espectáculos. Me refiero a montos necesarios para la producción.
“Desde que estoy en el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, desde el año 2009, ninguna de las agrupaciones ha recibido dinero por ese concepto. Solo se nos han entregado montos limitados a través del derecho de autor. Se cobra y se revierte en el propio grupo. En otras provincias conocemos que sí se entrega y, aunque no siempre es suficiente, alivia e impulsa el estreno de una obra como mínimo anualmente. A ello se suma el éxodo masivo de teatristas, no solo hacia fuera del país, sino hacia otras provincias y profesiones en busca de mejores salarios.
“No obstante, no podemos decir que está muerto el teatro espirituano. No. ¡Está vivo! Lo que sí pudiera estar mucho mejor”.
Y vuelven a tomar voz el amor y entrega que caracterizan a Fernando Miguel Gómez, quien lideró por varios años la sección de Artes Escénicas en la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), y quien se planifica el tiempo prácticamente con un cronómetro para atravesar de norte a sur a la provincia para abrazar a sus padres, asistir a los juegos y entrenamientos del futuro Gallo de la pelota yayabera que crece en su hogar y hacer que no decaiga la presencia de públicos en la sala de La Purísima.
“Con Fernando Miguel el teatro y la cultura trinitaria, espirituana y cubana podrán contar para siempre. Seguiré a su servicio”, concluyó y lo imagino del otro lado del chat en el momento exacto que retoca los personajes y escenografía de Juglaricuentos en la Cucarachita Martina. Los públicos lo esperan.
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