Jatibonico: entre historias y realidades

Con su ubicación estratégica, justo al borde de la carretera central y casi al mismo centro de Cuba, Jatibonico mantiene una interesante dualidad: a pesar de ser un pueblo relativamente joven, ya atesora una hermosa historia que contar.

En esos anales cuenta la presencia de la familia Sánchez Valdivia en predios de Arroyo Blanco y las muchas operaciones mambisas comandadas por el Mayor General Serafín en esa zona, un sitio vital entre Sancti Spíritus y Morón.

En las comarcas jatiboniquenses, también el Generalísimo Máximo Gómez desplegó su conocida Campaña de La Reforma, con la cual puso contra las cuerdas durante largos meses a más de 40 000 soldados españoles.

Allí, el viejo Gómez también recibió la llegada al mundo de su hijo Panchito y, tristemente, 20 años después, conoció la dura noticia de su prematura muerte junto a Antonio Maceo, en Punta Brava.

Reconocido como municipio desde 1915, Jatibonico ha acunado a muchos hijos ilustres: desde la maestra y filántropa María Montejo, y el legendario pitcher Genaro Melero, hasta el revolucionario Antonio Darío López, asaltante al Cuartel de Bayamo el 26 de julio de 1953 y después expedicionario del yate Granma.

Pero, con sus algo más de 763 kilómetros cuadrados de extensión y unos 42 200 habitantes, Jatibonico también ha alcanzado relevancia por su exclusivo punto guajiro de Arroyo Blanco y por el ingenio Uruguay, el más grande de Cuba y en no pocos momentos entre los más eficientes del país.  

Actualmente, este municipio, como el resto de la isla, sufre las consecuencias de la crisis económica que de alguna manera afecta el desempeño de todos sus sectores y cerró el pasado año con un marcado déficit presupuestario.

Además, no pocos de los indicadores económicos del territorio presentaron una situación desfavorable y algunas entidades no lograron sus cometidos.

Entre ellas, la empresa agroindustrial, el Comercio y la gastronomía, la empresa azucarera, la Papelera y la Construcción. Por su parte, la fábrica de tabacos de Arroyo Blanco sacó la cara por el territorio y sobrecumplió sus entregas para la exportación.  

En medio de limitaciones de todo tipo, el municipio mantuvo una constante preocupación en materia de prevención y atención social, específicamente en proyectos relacionados con los niños y jóvenes en situación de riesgo, la transformación integral de comunidades en situación de vulnerabilidad y los hechos de violencia, indisciplinas sociales, delitos y adicciones.

Mucho se ha laborado en el territorio para cuidar la salud de los jatiboniquenses, mantener en cero la mortalidad materno infantil, mejorar la situación higiénico epidemiológica, disminuir la incidencia de no pocas enfermedades y desplegar acciones para reducir los embarazos en la adolescencia, una problemática que allí se reitera durante los últimos tiempos.  

Por su parte, en el sector de la educación, donde se mantiene una baja cobertura docente, se echaron mano a múltiples alternativas para conservar de forma favorable la mayoría de los indicadores de aprendizaje. 

Para lograr el bienestar de todos, mucho queda por hacer todavía en Jatibonico, ese municipio medio campestre y medio industrial, donde la mayoría de los vecinos cada mañana se saluda afable, comparten lo que tienen y se resguardan como una verdadera familia grande.