Creció entre autores e historias. A cada momento cita pasajes de El Prinicipito, Corazón… Plantado en sus 17 años de edad, con gusto devora cientos de páginas impresas y derrocha megas para descargar clásicos literarios a salvo en bibliotecas virtuales.
En su mesa de cabecera solo hay lugar para libros. Montañas de textos tapizan la habitación de Marcos Javier Blanco Hurtado. Diccionarios para escoger y materiales didácticos sobre ortografía tienen un espacio en esas cuestas empinadas del conocimiento.
“Mi madre, filóloga de formación, me inculcó el hábito por la lectura y estaba al pendiente de lo que escribía para corregir faltas. Me gusta documentarme de cuanto sucede a mi alrededor para ganar en cultura general”, confiesa el cabaiguanense.
REGLAS BÁSICAS
Redactar correctamente requiere de un arte en particular. Para el conjunto de normas establecidas a fin de representar los fonemas de una lengua por medio de las letras, Marcos Javier propone una definición menos catedrática.
“La ortografía es nuestra carta de presentación”, refiere este muchacho que acostumbra a dar alegrías a la comunidad de estudiantes y profesores del Instituto Preuniversitario Urbano (IPU) Nieves Morejón López del municipio, plantel que lo despedirá en breve.
“Para ganar en vocabulario recurro a libros donde el autor utiliza un lenguaje rebuscado. El Entrenador Ortográfico Virtual, herramienta empleada a nivel internacional y que consta de aproximadamente 3 012 palabras, es fundamental”.
En los suspiros del duodécimo grado, la provincia de Sancti Spíritus le confió un lugar en el Concurso Nacional de Ortografía. Su cuello reluce tras agenciarse la medalla de plata en el certamen celebrado en la ciudad del Yayabo.
“Requirió de esfuerzo para llegar hasta aquí. En el primer curso del pre obtuve medalla de bronce en el evento municipal de esa materia. A partir de ahí aumentaron las motivaciones y exigencias”, dice y pide permiso para agradecer a sus mentores.
La maestra de la Enseñanza Primaria Misleidys Rodríguez Plasencia leía con placer las composiciones de un pequeño con porte de gigante, al ubicarse último en la fila. Marilín Cabrera, profesora de Secundaria Básica, presumía del alumno que el resto de los docentes adora poner de ejemplo.
Al matricular en el IPU, Deyanira Álvarez Izquierdo, Jéssica Rábago Cabrera, Yadir Bárbaro Hernández Torres, Gloria Maida Miranda Castillo y una lista extensa de educadores lo retaron a superarse.
“Leisys Acosta Pérez, metodóloga municipal de Español-Literatura en la Dirección General de Educación, me acompañó en el proceso preparatorio”, señala mientras respira paz, tras vencer jornadas de tensión en el Instituto Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Eusebio Olivera, sede de la competencia que acogió a participantes de todas las provincias cubanas, excepto del municipio especial Isla de la Juventud.
PRUEBA DE FUEGO
Bastó una hora y treinta minutos para concretar el sacrificio de años. Todos los sentidos estaban en una persona responsable de enunciar las 80 palabras, la única voz autorizada para romper el silencio en el aula.
“Contamos con la posibilidad de elegir cómo sería el método a aplicar en la reciente edición del concurso. Por consenso, se determinó que primero harían un dictado general en dos rondas”.
“Terminado un breve receso para que los profesores revisaran, entramos en la tercera y cuarta fases. De no superarse el promedio de puntos, abandonabas la competencia. Si sucedía un empate, entraríamos en una quinta ronda para definir los ganadores. Por suerte no fue necesario”.
¿Cómo fluyó el desafío de manos de la tecnología?
“Al requisito de ostentar una buena ortografía se le añade el dominio de la computación. Previamente, interactuamos con las máquinas. De ocurrir una situación, alertaron que debíamos levantar la mano para que solucionaran el problema en el menor tiempo posible. Prohibido estaba activar la tecla Enter, porque imposibilitaba volver al vocablo anterior de presentarse cualquier error”.
¿Qué términos mostraron mayor complejidad?
“Los homófonos, palabras que se escuchan igual a pesar de tener un significado diferente. Esas fueron el fuerte en el evento. Lo importante era concentrarse y rectificar”.
Entre tantas recompensas, por encima del júbilo familiar, de los amigos y de un claustro que Marcos Javier llena de orgullo, obtener vía directa la carrera de Licenciatura en Letras cumple uno de sus deseos.
Dentro de un lustro, su casa recibirá a otro filólogo que egresará de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. “Estoy satisfecho. Siempre opté por ese perfil de las humanidades”, cuenta al liberarse de las pruebas de ingreso a la Educación Superior.
UN DICCCIONARIO ABIERTO
El monitor de la asignatura Español Literatura bien pudiera echarse el aula a cuestas; mas su modestia lo hace igual de inmenso. “Ayudo a los demás muchachos de la escuela para esclarecer sus dudas. Me reconforta hacerlo y de esa retroalimentación a diario aprendo algo nuevo. Tengo mis dudas propias y diccionario en mano salgo de ellas”.
¿Cuántas horas dedicas al estudio de esa disciplina?
“En los meses próximos al concurso dedicaba al entrenamiento dos horas en la mañana, la tarde y la noche. Ahora el rigor es menor, pero sin perder la rutina y para garantizar la preparación a las puertas de la universidad”.
El don de la palabra le queda a la medida. Experiencias tiene para contar este aficionado a la locución. “Comencé en la radio a partir de 2018 en el programa Carrusel de fantasías, dirigido por Yaikel Arias Pérez.
“Aunque permanecí por un tiempo efímero en ese espacio infantil, intercambié con varios niños y aprendí a darles a los textos la entonación que llevan. Al adentrarme en la adolescencia pasé al equipo de Súmate, también del propio realizador, y en el que todavía me mantengo”.
¿Te incomodan los errores ortográficos tan de moda, lamentablemente?
“Siento un tanto de pena al conocer personas que redactan de manera incorrecta. Lo considero desagradable. Antes escribía en abreviatura y con la premisa de prepararme superé ese comportamiento”.
Los amantes de la buena ortografía se huelen de lejos. Memes, publicaciones en las redes sociales digitales ni carteles que espantan por errores imperdonables escapan de su radar. Primero una risa pícara los provoca hasta que con toda seriedad reflexionan sobre adversidades ajenas.
“Del concurso me llevo amistades. Allí nunca primó un ambiente competitivo, sino de hermandad. Estudiábamos juntos. Aprovecho la oportunidad para decir que todos fuimos ganadores”.
A la agenda de su teléfono móvil agregó contactos, coordenadas nacidas de aquellas horas de convivencia aún frescas. Las imágenes que Marcos Javier compartiera en su perfil de WhatsApp descubren a un joven feliz.
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