La rectitud de la belleza

La noticia estremeció a Mayajigua. El pasado 16 de enero falleció en su tierra amada el poeta, escritor, profesor e investigador Ramón Díaz Medina, a la edad de 77 años.

Si me pidieran un término para definirlo diría, sin temor a equívocos, que fue un erudito. La extensa obra literaria y poética de Ramón Díaz Medina respalda diversos temas y campos a los que dedicó su pluma —avalada además por la investigación— y su labor pedagógica, que no solo se remite a la enseñanza de la Filosofía y la Historia, sino que abarca también su impronta en los talleres literarios desde la década del 70 del pasado siglo cuando se asentó por estos lares para el ejercicio de la pedagogía en diferentes centros escolares donde asumió varias responsabilidades.

Yaguajay recibió como un hijo a este remediano, natural de la localidad de Buenavista. Para entonces se asentó en Agua Santa, muy cerca de Mayajigua, tierra de cultores de la poesía y la espinela, allí, a la vera de la carretera,   se convirtió en un referente, entablando profunda amistad, entre otros, con Luis Compte Cruz y los poetas del territorio.

Nada le fue ajeno en el sector educacional del norte espirituano, donde transitó por varias enseñanzas y ocupó disímiles responsabilidades, hasta constituir un referente a la hora de enseñar la Historia al dedillo.

Ramón Díaz Medina se convirtió en una voz autorizada de las letras en Yaguajay, un ícono de la cultura local que trascendió las fronteras desde su pluma profunda y bella, acuciosa e incansable. Sus obras Antología de la décima tanática cubana y Delirios de patriarca tienen alcance internacional y devienen referente para quienes desandan el mundo de la poesía.

Un inmenso caudal de investigación quedó plasmado en obras inéditas por las que el poeta desanduvo buscando testimonios e imprimiéndole belleza al verso; tales son los casos del decimario Punto de salvamento o la antología Luces de la diáspora, que se adentran  en décimas de emigrantes canarios y sus descendientes, un tema  que lo apasionaba y del cual nos dejó también su obra. Además de la morriña Gallegos en Yaguajay, publicada por Ediciones Luminaria, volumen que recoge ocho historias apasionantes.

Ni el paso de los años, ni la presencia de algunos achaques le cortaron la inspiración y mucho menos el carácter multifacético de su obra que incursionó en el tema deportivo para resaltar en su libro Cándido Andrade López: un pelotero profesional de la Revolución, legado del único director que ganó para el equipo de béisbol de la provincia un título nacional en los clásicos cubanos.

Supo el profesor de Historia imbricar los hechos desde la investigación cuando formó parte del colectivo de autores del libro Historia de Yaguajay. Tomo I.

Lo encontramos junto a otros literatos formando parte, asimismo, de selecciones de la décima y la poesía espirituanas como Toda Luz y toda mía y Una mirada.  Editoriales nacionales y de esta provincia acogieron obras suyas como Umbral, Escrito sobre un lirio, Espejo de impaciencias y Absorto bajo el dintel. 

Fruto de su labor investigativa, esperaba por su publicación en Ediciones Verde Olivo una obra dedicada al general Pedro Díaz Molina, quien participó en las tres guerras independentistas.

Repasar su obra literaria resulta necesario para encontrar un legado que ayude a enaltecer la cultura y la historia local desde los verdaderos códigos de la identidad, mérito más que suficiente, avalado en más de media docena de premios en diferentes certámenes y donde resalta, además, la nominación en el año 2006 al Premio Nacional de Cultura Comunitaria.

Más allá de los reconocimientos que guardaba con celo, su impronta quedará para siempre en la cultura local, en la necesidad de su enseñanza y corrección permanente a los jóvenes poetas y escritores, pues Ramón Díaz Medida sabía poner el acento a las vocales como expresión de la rectitud en la belleza que distinguía su prosa y su verso, cuyo vuelo despertaba la admiración. Desde otra dimensión inspira a reconocerlo en presente.