La Trova sin trova, ¿qué es?

Una de las instituciones más importantes del sector cultural espirituano sigue sin cumplir con su objeto social: acoger una de las expresiones más autóctonas de este terruño. Escambray, otra vez, cruza el umbral de la vieja casona

La Casa de la Trova forma parte del entramado institucional espirituano desde 1985. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Si Rafael Rodríguez, Juan Manuel Puig, Sigifredo Mora… volvieran a sentarse bajo la mata de mango que tanta sombra brinda en el patio de la Casa de la Trova Miguel Companioni no dudo que sus guitarras enmudecerían de golpe. De lo que se ha vivido después del 20 de diciembre de 1985, cuando en presencia de Armando Hart Dávalos —entonces ministro de Cultura— se cortó la cinta inaugural de esa institución, hasta ahora, poco o casi nada queda.

Por supuesto, creer que se pueda mantener inamovible durante 40 años su programación, ritmo, espíritu creativo de los artistas… es un desacato al sentido común. Pero mucho más irreverente significa contar con un centro cultural donde el silencio de la música en vivo predomine de martes a viernes y los sábados y domingos, suban a su escenario unas poquísimas unidades artísticas de las 169 comerciales pertenecientes al catálogo de la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos (ECME) y 18 del recién estrenado Centro Provincial de la Música.

EL PRIMER ACORDE

Encontrar la fecha en que el objeto social de la Casa de la Trova comenzó a languidecer sería como buscar una aguja en un pajar. Pudiera enmarcarse en el día en que el Trío D’ Gómez cargó con sus guitarras sobre los hombros —tras 15 años de protagonizar una peña allí— y nunca más regresó, excepto por una invitación puntual. Similar le sucedió a Carlos Bernal, una de las voces brillantes de la urbe del Yayabo, no solo por dejarla escuchar en el trío que lleva ese nombre.

“Somos fundadores de esa institución y las últimas veces que se nos convocó hace mucho tiempo la gente no iba. Las noches del programa radial Serenata eran otra cosa”, rememora.

Al escudriñar entre otras anécdotas del gremio se llega a una conclusión: la institución comenzó a irse en picada cuando dejaron de presentarse con sistematicidad los exponentes de lo más autóctono de nuestro pentagrama y se potenció lo que con facilismo llena el lugar.

“Los públicos mutaron —alega Leticia Ulacia, quien creció como música bajo la mata de mango de la Casa de la Trova y hoy es vicepresidenta del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac)—. Quienes buscaban ansiosos escuchar Longina o cantar con los tríos La malagueña… ya no están. Ahora la tendencia es ir a bailar”.

En más de una ocasión Escambray ha alertado sobre el acto letal de no formar públicos. Se pierden, se desvirtúan cuando no suplen necesidades e intereses. El emblemático programa radial Serenata, en vivo desde el patio de la casona, se fue del aire en 2016, después de 18 años de transmitir cada viernes desde ahí; la llamada Descarga Universitaria puso al revés por meses a la institución a semejanza de una discoteca, las muchas denuncias —de asistentes y vecinos— de dejar escapar música totalmente alejada de la trova encabezan la lista de algunas de las causas de ese hecho.

Y no se trata de encasillar a la trova en un músico con guitarra en mano —el cual para colmo de males se ha extinguido en la urbe del Yayabo—. Su concepto es mucho más amplio. Se vale de diferentes géneros.

Bien lo sabe Yadira Castillo, quien desde hace pocas horas funge como la máxima responsable de la Dirección Municipal de Cultura en Sancti Spíritus y, entre tantas otras muchas obligaciones, intenta quitarle el sambenito a la Casa, ubicada en Máximo Gómez (sur).

“Tenemos como prioridad y lo exigimos que desde el bar que conduce la Sucursal Artex S. A., de Sancti Spíritus, se priorice la música cubana. Ya en el caso de los fines de semana se contratan agrupaciones espirituanas como Son del Yayabo, Magalys y su jugada y las matinés de los domingos se presentan otros formatos”.

Aunque para nada se pretende que el espacio no acoja a personas que dejen escapar sus pasillos, se precisa ser mucho más exigente con el cumplimiento de la política musical en correspondencia con el objeto social de la institución. Así no se escaparán acordes disonantes al legado trovadoresco como Un montón de estrellas, al estilo del boricua Gilberto Santa Rosa, Van Van casi en bucle o un merengue con sello yayabero.

¿Por qué no contar con talento en vivo y de diversos formatos en el resto de la semana?

“Los presupuestos de la Dirección Municipal de Cultura no alcanzan para pagar las tarifas de la empresa y se prioriza el gusto de los públicos asiduos”, acota Yadira Castillo.

CON EL MISMO TUMBAO

Volver hoy a los tiempos en que Jesús Quintero, segundo director de la Trova, junto a varios músicos diseñó una programación por temáticas: Noche del son, danzón con poesía… es casi como leer una novela del realismo mágico. Aunque se convive en un contexto con más de una torcedura económica, no hay problema que se resista a la organización, la planificación y el pensamiento colectivo.

Si bien Cultura Municipal no puede asumir todos los contratos urge volver sobre el realizado por la Sucursal Artex S. A., el cual, antes del paso de la covid, asumía ese rol. Si hoy no puede con la totalidad, vale la pena evaluar si entre ambas entidades y lo que se cobre por puerta se logre suplir esos pagos. Pero para ello también precisan sentarse en la misma mesa la ECME, el Sectorial de Cultura y Arte, el Gobierno y buscar cuántas estrategias y fórmulas como tarifas diferenciadas en los descuentos a los artistas permitan saldar esa deuda con los músicos —quienes en tierra espirituana cada vez encuentran menos espacios para trabajar— y, por supuesto, con la propia trova, parte de nuestra identidad.

“Están las unidades subvencionadas que pudieran tener un espacio en las tardes, con servicio eléctrico o sin él, y se aprovechan de forma acústica”, sugiere Leticia Ulacia.

No se trata de comparar nuestra Casa Miguel Companioni con la vida activa de su homóloga de Trinidad, donde los acordes en vivo nos devuelven lo mejor del pentagrama cubano, o con la Pepe Sánchez, de Santiago de Cuba, donde bardos y agrupaciones no dan tregua al silencio. Cada contexto es único e irrepetible. Mas, revisar cómo logran mantenerse con vida sí puede ser referencia efectiva para erradicar el débito que se le tiene por años a uno de los símbolos del territorio. Solo así no golpeará la pregunta: la Trova sin trova, ¿qué es?

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *