Aunque el dólar estadounidense es verde, bien verde, su incursión reciente en la venta de un mercado habanero ha levantado en las redes —y fuera de estas— un escozor al rojo vivo.
Tanto que no cabría ni en los anchos escalones que conducen al supermercado de 3ra. y 70, por donde suben con pesar la incertidumbre, el desconcierto y la desinformación, mucho más porque su apertura llegó así, de sopetón, como si los consumidores vivieran en Nueva York —donde el dólar no implica traumas— y no en Cuba, donde sí lo hace, a pesar de que hace rato fluye en nuestras finanzas, formal e informalmente; o como si la población no mereciera lo que por derecho constitucional le pertenece: “Todas las personas tienen derecho a solicitar y recibir del Estado información veraz, objetiva y oportuna, y a acceder a la que se genere en los órganos del Estado y entidades, conforme a las regulaciones establecidas.…” (artículos 16, 53, 78 y 100) y lo que la Ley de Comunicación Social, les adjudica en uno de sus por cuantos: “La comunicación social posibilita a las personas el ejercicio y desarrollo de derechos reconocidos en la Constitución”, además de que “la información que se intercambia en los procesos de comunicación social ha de ser veraz, objetiva, oportuna, actualizada, contrastable y comprensible…”.
No fue ese mercado el que inició la dolarización parcial en Cuba. No hablo solo del dólar que comanda en el comercio informal entre personas para comprar una casa, un auto, una nevera o una olla por los innumerables grupos de Internet y hasta para pagar fotos de quinceañera; sino también del que se ha entronizado desde hace rato, lo mismo para vender combustible en el Cupet que para el pago de pasajes a través de Viazul o para comercializar hoteles y vender insumos agrícolas; casi todo vía virtual por la tarjeta Clásica, previo depósito en el banco.
Incluso antes, en la década de los 90, cuando dejó de ser caldo de delito y se despenalizó el dólar físico y virtual, se corporizó en CUC, en MLC y hasta en el controvertido CL que tiene enloquecidos a empresas estatales y productores agrícolas.
Pero este dólar es otra cosa. Al salir, de ramplán, en un mercado donde se venden surtidos de alta necesidad que no es posible adquirir en ninguna moneda por vía estatal, ha levantado las interrogantes que se hizo en su post de Facebook la doctora en Comunicación Social Ana Teresa Badía, cuyas plecas pudieran ser más. Pero, descrito el fenómeno por una personalidad de tamaña autoridad, me tranquiliza porque ella no es “el enemigo”, esa especie de “coco” al que muchos aluden para envolver culpas propias.
El problema no es el USD, si en el más regio de los optimismos pensamos como la doctora: si “ciertamente ese dinero ayude a abastecer otros comercios que se dejaron destruir y no precisamente por falta de recursos, sino de iniciativas e identidad”.
Y le agregaría: sería loable en un país que tiene sus arcas vacías, le debe a medio mundo y tiene que debatirse entre qué barco comprar de los diez que están en puerto; también porque el bloqueo sigue ahí, de verdad, o porque debe evitar que sus dólares sigan fugándose de la isla.
Sería plausible si en primera y en última instancia algunos de esos dólares recaudados se “popularizaran” en un paquete de pollo que hace rato no se vende estatalmente en moneda nacional, si permitiera comprar la leche en polvo de los niños o una jeringuilla para hacerse un simple análisis de laboratorio.
El problema parece no ser el tipo de moneda, ni siquiera por aquello de comercializar productos de primer nivel en una en la que no se paga el salario, porque tampoco nunca nos retribuyeron en CUC y mucho menos en MLC.
No es la tienda entonces la que enraizó las diferencias sociales, presentes desde hace rato en nuestra sociedad. En todo caso, las visibiliza más.
Quienes no pueden ni asomarse a 3ra. y 70 son, lamentablemente, los mismos que nunca o casi nunca pudieron cambiar sus pesos por CUC, aunque aquel costaba 25 en una proporción de cambio similar a la de ahora; son los mismos que nunca han entrado a una tienda en MLC porque mucho menos pueden acceder al trueque de 1 por 250, 270 pesos o más; son los mismos que dejaron en la tienda de comercio una libra de arroz vendida a precio diferenciado por solo disponer de una exigua chequera que los convierte en vulnerables, los registrados por el Ministerio de Trabajo, porque ciertamente por la inflación, la escasez y los cambios monetarios de los últimos tiempos, en la práctica muchos cubanos, cuyos salarios son incapaces de respaldarles una solvencia mínima, podrían sumarse a ese ejército.
El problema no es solo el USD; porque, ¿cuántos dólares valía la simple información previa a los clientes sobre el cambio en el cobro de una moneda de un día para otro para evitar el malestar de quienes acudieron con su tradicional tarjeta de MLC? ¿Cuánto vale la que tampoco se ofreció días después a los cubanos —no a los enemigos— que la piden por todas partes?
Según se especula tiendas similares se preparan en todo el país, aquí en la zona norte de la ciudad espirituana y también en Trinidad. ¿Se abrirán también con esos candados de silencio?
Confiados en que la comunicación es uno de los pilares de la gestión de gobierno en Cuba, muchos oídos del pueblo esperan explicaciones, sobre todo porque en cuanta reunión importante se ha desarrollado en el país se ha dicho que, por traumática que parezca, toda medida la lleva, mucho más en tiempo de redes cuando, como en este caso, los vacíos informativos se apoderan de las instituciones y hasta del Estado para abrir las voces del rumor y la especulación. Por ejemplo, ya se augura en la calle la muerte gradual del MLC y su cotización informal se revolvió.
Y la aguardan a pesar de que aún siguen pendientes las explicaciones de aquel anuncio de que las ventas de productos en MLC servirían para abastecer las tiendas en moneda nacional de las cadenas Caribe y Cimex y, al cabo de cinco años, ambas están desabastecidas, y en las de MLC —que siempre vendieron hasta galleticas, jabones y aceites, contrario a su concepción de expender surtidos de alta y media gama— duermen en anaqueles quizás muchos de los renglones inaugurales, como los enlatados de Zona +.
La esperan quienes, en medio de tantos trueques monetarios oficiales, han visto convertir sus ahorros bancarios de miles de divisas en menudo cubano y no saben ahora en qué se trocará, como se pregunta la madre-médico de mi colega Badía.
No me referiré a los maltratos que la doctora narra en su post de Facebook. Solo hablaré de dos. Si no informar debidamente y a tiempo a los clientes desdice los consabidos derechos de este, la insólita práctica de no dar vuelto en menudo de dólar o devolver a cambio caramelos y galleticas en el citado mercado, cuando el pago es en efectivo, es, creo, una soberana estafa al consumidor.
No hay Revolución sin riesgos ni tempestades. Eso lo advertía Fidel cuando, hace 66 años, dijo en Santiago de Cuba que la Revolución sería una empresa dura y llena de peligros.
Un dólar de más, como ha dicho mi amigo Reinaldo Cedeño desde esa heroica ciudad, a pesar de la falta que nos hace, no puede dejarnos un país de menos.
Impresionante.
Gracias.
Estoy sin palabras.
En Varadero desde el 10 de diciembre 2024 no aceptan tarjetas de MLC en las tiendas, solo Clásica.
Y según las «tenderas» el MLC va a desaparecer igual que el CUC en su momento…
Excelente artículo periodístico.Una vez más la felicito por hacer su trabajo con la valentía y la honestidad que siempre la ha caracterizado.Yo al igual que muchos otros como bien usted explica estamos con la incertidumbre de qué pasará con nuestros ahorros convertidos en MLC. Muchos trueques monetarios oficiales que afectaron al pueblo trabajador,a todo aquel que cumplió misión o que recibió remesas del exterior.una ley de comunicación social que quedó en letra muerta como las otras tantas leyes que se aprobaron en el 2024.
Mi formación es fidelista: En noviembre de 1973, al clausurar el XIII Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, el Comandante en Jefe, Fidel Castro decía: “No se impone un punto de vista, se discute con los trabajadores. No se adoptan medidas por decreto, no importa cuán justas o cuan acertadas puedan ser… las decisiones fundamentales que afectan a la vida de nuestro pueblo, tienen que ser discutidas con el pueblo y esencialmente con los trabajadores”
En diciembre de 1993 sesionaba la Asamblea Nacional del Poder Popular en su cuarta legislatura. Eran momentos difíciles del Período Especial en que el país necesitaba de medidas audaces y urgentes; la situación de Cuba en todos los órdenes era crítica, incluyendo la económica. Sin embargo, la decisión apoyada por Fidel, no fue adoptar medida alguna, sino primero consultar al pueblo para después decidir. Surgen así los llamados “Parlamentos Obreros”. Durante 45 días a partir del 10 de enero de 1994 en que se hace la convocatoria, el país se convirtió en una inmensa escuela de economía. Se efectuaron más de 80 mil parlamentos obreros en todo el país con una participación superior a los 3 millones de trabajadores; se realizaron además 3 mil 400 asambleas con la asistencia de más de 258 mil cooperativistas y campesinos, y reuniones similares en los centros de segunda enseñanza y universitarios, que abarcaron a más de 300 mil jóvenes.
Los planteamientos del pueblo fueron resumidos en un informe que se presentó a la ANPP en el mes de mayo, a partir del cual se tomaron las decisiones.
Al propio tiempo, bajo la dirección de Fidel,se desarrollaron desde el primero hasta el V Congresos del Partido y los problemas medulares que serían objeto de análisis en el máximo evento partidista se analizaban con todo el pueblo, previo al Congreso; esa práctica se abandonó en los dos últimos congresos del Partido (el 7mo y 8vo). Al parecer ahora se invirtió la palabra y acción de Fidel: se toma la decisisón y después se intenta explicar las razones de la decisisón. Se enciende la chispa en un material explosivo y cuando el silo explota se intenta apagar.
Felicidades periodista, usted ha sacado la cara en nombre del periodismo crítico, valiente y objetivo que tanto se necesita, del que tanto se habla y no se hace.
Usted ha hablado en nombre se millones de cubanos que exigen se respeten sus derechos ha ser informados. Gracias.
Muy buen artículo. Ese es el verdadero Periodismo.
Felicidades, esto acabo de leer es periodismo real en mis 51 años. Nunca había apreciado tanto una nota periodística
Gran valentía y certera narrativa para descubrir el verdadero rostro de lo que destruye, día a día este país.
Gracias y bendiciones
Excelente artìculo, bien documentdo con un anàlisis objetivo sobre la realidad del comercio en divisas convertibles. Una explicaciòn consecuente es necesaria y una rectificaciòn que la acompañe, pues negar de hecho el valor de cambio de las tarjetas en MLC alimentadas con divisas convertibles como el dòlar y el euro es una arbitraria decisiòn que no se explica, pues en la reciente informaciòn de Granma que reitera las «explicciòn oficiales de Marrero se obvia el asunto e incluso se anulan comentariows como este, el cual enviè oportunamente. Se repitela historia, pues cuando eliminaron el CUC con una tasa de 245 por uno y poco despuès introdujeron el MLC con mayor convertibilidad, de hecho dejaron sin sus ahorros de muchos años a buen nùmero de personas. ? se repetirà la historia ahora con el MLC? es una de las preocupaciones populares reflejadas en las redes sociales que no debe quedr sin respuesta oficial para que la credibilidad del consumidor no siga resquebrajàndose con sus consecuencias correspondientes… Felicitaciones a la autora, a Escambray y a la estimada doctora Ana Teresa.
Un gran reconocimiento a Elsa Ramos, que si es la voz del pueblo
Este país cambiará solo cuando existan mil profesionales del periodismo como usted. Mi admiración y respetos.