El diagnóstico de cáncer suele ser uno de esos momentos que se convierten en un punto de inflexión en la vida de las personas; todo su mundo cambia, se desmorona y tanto los enfermos como sus familiares comienzan una ardua batalla contra una de las enfermedades más temidas. El cáncer, más que un simple juicio médico, es un asunto profundamente personal.
Detrás de cada paciente oncológico hay historias de dolor, sufrimiento, sanación, resiliencia y mucho amor. Sentimientos compartidos por todos los que rodean al enfermo, desde los más allegados hasta el personal médico encargado de los tratamientos, pues para ser oncólogo hay que ser extremadamente sensible.
Desde hace varias décadas el cáncer se ha convertido en una de las principales causas de muerte a nivel global, además de ser una de las enfermedades que más años de vida potencialmente perdidos generan. Cuba comparte esas estadísticas con el resto del mundo, algo que también ocurre en Sancti Spíritus. Nuestra provincia es una de las que mayores tasas de incidencia registran al año, con la detección de aproximadamente 2 000 casos en un período de 12 meses, y alrededor de la mitad lamentablemente fallecen.
Conscientes de ello, los especialistas del servicio de Oncología del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos ejercen su papel de médicos y amigos de forma abnegada. Cada día llegan a la sala con una sonrisa y una mano amiga lista para acariciar a sus pacientes, para darles las palabras de aliento que necesitan en esos momentos tan duros, además de acompañarlos en todos los procesos del tratamiento.
El especialista en Oncología tiene matices emocionales que son diferentes a los demás colegas de profesión; nunca es superior, más duro o triste como muchos aseveran, pero sí más especial. Ellos no tienen horario libre, pues, más allá de terminar el trabajo y quitarse su bata, se mantienen en contacto, siempre disponibles a las visitas a sus hogares, las llamadas en la madrugada y el teléfono constantemente encendido, además de los recurrentes pensamientos dedicados a quienes sufren en carne propia los estragos del cáncer.
Lo más duro para estos especialistas es ver que sus pacientes no evolucionan hacia la mejoría, el sufrimiento familiar y la impotencia de no tener disponibles todos los recursos para sus tratamientos. Esos días en que pierden a un enfermo la desesperación se apodera de ellos internamente y no pueden evitar llenar de lágrimas sus ojos.
Pero también llevan con ellos la satisfacción de que muchos superan esta batalla, que se recuperan y vuelven a su vida habitual profundamente agradecidos de las atenciones que los llevaron a ese momento y suelen volver a la sala donde una vez padecieron para agradecer.
El cáncer no discrimina edad o sexo, puede llegar en cualquier momento, sin esperarlo y comenzar a causar estragos. Como pacientes oncológicos saben de primera mano lo delgada que es la línea entre la vida y la muerte, lo difícil que es el camino que tienen por delante y la inconmensurable cantidad de fuerza que necesitarán parar desandarlo.
Los tratamientos son agotadores, el desconsuelo a veces supera la esperanza, los pronósticos no siempre son los deseados y el miedo suele ser la emoción predominante. Pero las personas que padecen esta enfermedad saben afrontarla con valentía y, luego de reponerse del impacto, del diagnóstico salen a pelear y luchar por la vida; aunque algunos no lleguen al final del camino de la sanación y vuelvan a la normalidad, todos sí se convierten en un ejemplo de superación para otros; una historia puede inspirar, pero muchas pueden cambiar el mundo.
No debe olvidarse que alrededor del cáncer aún se ciernen muchos estigmas y la gente lo cree una enfermedad incurable, cuando en materia de cáncer se ha avanzado mucho a nivel global. Hay patologías que se pueden curar, otras que pueden mejorar y tienen pronósticos alentadores, pero incluso para los más desfavorables hay cuidados dignos que garantizarán al paciente una mayor calidad de vida.
Por ello es tan importante que las personas se mantengan informadas en materia de cáncer, no pensar que es algo ajeno, pues puede afectar a cualquiera de nosotros cuando menos lo esperamos. Mantenernos informados con respecto a ese tema, llevar un nivel de vida lo más saludable posible, además de realizar chequeos médicos periódicos, pues un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia en estos padecimientos. Así como mostrar empatía y solidaridad con los afectados y sus familiares, entender el momento que atraviesan y siempre tender una mano amiga que acompañe.
Así que Unidos por lo Único comienza la lucha contra el cáncer este año, no solo conscientes de los peligros que supone y las posibilidades de tratamiento. Esta vez enfocados en eso único que es el paciente, pues cada experiencia así lo es, y esa batalla nos necesitará a todos juntos para crear un mundo en el que miremos más allá de la enfermedad y veamos al verdadero protagonista.
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