Malabares en la barra

Miguel Enrique Zayas González es el único bartender espirituano que practica el estilo libre o coctelería acrobática como manera singular de agradar y divertir a sus clientes

Desde el Sky Bar del hotel Meliá Trinidad Península derrocha virtuosismo y es admirado como profesional de la barra.

Lleva en sus venas adrenalina. Solo así es capaz de diseñar un espectáculo in situ con herramientas de trabajo cotidiano y burlar el atisbo de miradas curiosas; ávidas de disfrutar de ese modo peculiar y carismático de preparar cocteles con sus coreografías.

Guarda en su ser la responsabilidad y las enseñanzas de un maestro exigente como Lázaro Manzano, que lo enrumbó hacia este mundo porque advirtió en él afinidad y talento, esa destreza natural que combina con la disciplina y hasta la frescura de sus años mozos.

Es un joven apasionado que no vacila en aventurarse hacia lo desconocido. Trae consigo un amasijo repleto de sueños y su límite es el cielo entre la mixología y la acrobacia.

Desde el Sky Bar del hotel Meliá Trinidad Península derrocha virtuosismo y es admirado como profesional de la barra, por encima de desvelos y cansancios.

“Es un mundo que para mí se ha convertido en un laboratorio, es bastante amplio, tengo un profesor que es muy estricto y aprendí muchísimo con él, fue cuando empecé en el mundo de las competencias estilo clásico. Luego de ello me incliné a la coctelería estilo flair porque marcaba la diferencia. Un día mi director hablando conmigo me mencionó que si yo hacía esas cosas por qué no me dedicaba a ese estilo; me puse a investigar un poco, él me enseñó algo y comencé a entrenar.

El estilo flair bartending o coctelería acrobática fusiona el servicio con el espectáculo. ¿Cómo lo logras?

“Lleva un entrenamiento profundo. Al principio es difícil porque cuando no sabes nada comienzas a lesionarte un poco, ya con el tiempo muchas cosas se vuelven fáciles y ciertos instintos te ayudan a no lastimarte, pero aun así no escapas de ello. Como todo primerizo, siempre se sufren consecuencias, incluso para los expertos porque se trata de un entrenamiento diario. Requiere tiempo, sacrificio y sobre todo tienes que disfrutarlo”.

Ni el mismísimo campeón de Cuba en estilo flair, el matancero Joel Antonio Pons, ni el colega que lo secunda, Cristian Alexis González Ortigoza, han sido capaces de detener las caídas casi inevitables de botellas, cocteleras y demás instrumentos bajo la presión de la competencia. Para Migue, se trata de desafiar los nervios y dejarse llevar.

“En una competencia hasta el mejor del mundo tendría nervios, pero ese es nuestro trabajo, está en el juego: mientras más experiencia se adquiere, más se disipan los nervios. Es exactamente trabajar coctelería estilo clásico, pero embelleciendo tu servicio, es algo que nace de manera original.

“Yo combino las tres modalidades del estilo, una botella puede abrirse y estar entera, puedes utilizar craft flier como un especialización o estilo de trabajo, jugar con las demás cosas la pala para el hielo, las pinzas, maceradores, cuando la botella va llegando a la mitad, puedes cambiar a working flair o acrobacia de trabajo, que sería utilizar media botella de líquido sin que esta se derrame, puedes hacer muchas cosas y tener más elementos, una o dos cocteleras, una coctelera y un macerador más la botella, estoy tratando de dominar cada vez más elementos. Cuando la botella está acabándose puedes cambiar a exhibition flair o acrobacias de espectáculo; darle muchas vueltas a la botella, muchos giros que se ven impresionantes”.

¿Qué experimentas cuando estás en plena faena?

Es como un deporte. Cuando estás en el lugar en ese momento sientes adrenalina, te sientes poderoso a la vez, lo nervios no desaparecen, es algo grande. Hay muchas personas viéndote y, sobre todo, una vez que terminas, lo logres o no, siempre te sientes realizado; es una emoción bastante fuerte.

¿Cómo manejas el miedo a fallar?

Al principio sí sentía miedo a fallar, es normal fallar en una competencia; si se te cayó no significa que perdiste, ahí te quitan puntos por cada caída, por cada derrame, es una competencia en la que tú mismo te eliminas. Ante cualquier fallo se intenta de nuevo.

¿Cómo puedes combinar el arte de la acrobacia con el buen sabor de los cocteles?   

Los cocteles en las competencias de ese estilo siempre son cocteles libres; uno lo hace y lo defiende, el coctel tiene cierto valor, no puede ser malo ya que es una competencia de coctelería, no de malabares. Eso te defiende como bartender, es tu identidad detrás de la barra.

¿Qué te ha aportado codearte con los campeones de Cuba en flair bartending?

Ellos me han dado mucha experiencia. Cada vez que los veo aprendo mucho. Siempre tratamos de que nuestros movimientos sean originales. Yo añadí un elemento más a mi rutina luego de ver a otros, me inspiré en otra persona y así seguimos creciendo, no queremos quedarnos detrás. Aprendes muchas formas de mejorar, maneras de entrenar.

¿Crees que tu personalidad está a tono con este estilo de la coctelería?

Sí por supuesto. Mi personalidad nunca me ha dado problema, al contrario, he logrado ser carismático, coordinar ambas cosas, mi personalidad no la moldea el trabajo, sino que solamente se adecua. Siento que soy apropiado para ese trabajo, por eso me ha gustado tanto, me encanta. El estilo flair me ayuda a enriquecer mi carisma.

Ivette Ortiz Nicieza

Texto de Ivette Ortiz Nicieza

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