Desde hace un buen tiempo, el bulevar de la urbe del Yayabo es testigo de un ajetreo inusual en varias de sus edificaciones. Prácticamente, se han tirado abajo prácticamente todas las huellas del deterioro. Se busca así que se asienten en ellas, un tanto, al esplendor con el que emergieron, unas en el siglo XVIII, otros en el XIX.
“La Oficina del Conservador de la ciudad de Sancti Spíritus asume el Programa de Recuperación del Fondo Edificado —refiere Alaen Echemendía Zerquera, subdirector de Inversiones, negocios y desarrollo de la referida entidad—. Por ello, trabajamos en la terminación de algunas de las obras iniciadas desde el año pasado y se les da continuidad a otros trabajos que por falta de recursos o financiamiento no se han podido concluir”.
Precisamente, uno de los que más se ha robado la atención de los transeúntes por exigir de acciones constructivas peligrosas por su altura es la edificación El Rubí, emplazada en la céntrica esquina de Independencia y la actualmente conocida calle de las campanas. No pocos suspiros han arrancado quienes han permanecido horas en los andamios que parecen romper con el poder de la gravedad.

“Es una de las edificaciones de mayor valor patrimonial de esa zona. Consta de dos pisos y hace esquina. Se le ha aplicado una nueva tecnología de impermeabilización, una acción necesaria para alargar la vida del inmueble”.
En los altos de El Rubí —construido a principios del siglo XIX, de acuerdo con la Historiadora de la Ciudad de Sancti Spíritus, María Antonieta Jiménez Margolles— se encuentra una vivienda que mantiene la originalidad en la carpintería, los pisos, el sistema de cubierta, los drenajes pluviales y el mobiliario. Pero ya el paso del tiempo y las ausencias de mantenimientos habían hecho lo suyo. Un notable deterioro en algunos de esos elementos era visible, incluso para los no expertos. Dicha realidad motivó la búsqueda de soluciones para preservar el edificio.
“Se le colocaron los aleros exteriores con teja criolla y estructuras de madera con material recuperado y canales para que los chorros de agua no cayeran directamente hacia la calle. Además, dichas estructuras forman parte de la construcción original”.
Cada acción fue resultado de una minuciosa investigación. Se cotejaron las fotos antiguas del edificio y opiniones de los vecinos más longevos para entender cómo su imagen ha sobrevivido hasta la actualidad.

“Tiene un alto grado de conservación, pues aún preserva muchos de sus elementos originales. De ahí que hemos sido muy cuidadosos en la intervención y hoy podemos hablar de acciones un poco más amplias que en otros espacios”.
Como la aspiración resulta recuperar la estructura e imagen originales, se labora en ubicar nuevamente en la vivienda la doble carpintería exterior.
Muy cerca de ahí, El Café Central, emblemático centro del comercio y la gastronomía, con orígenes en el siglo XVIII, permanece cerrado. Las rendijas de sus puertas y grandes ventanales dejan escapar el polvo y los sonidos propios de las labores constructivas.
“Es ese otro lugar que resulta continuidad desde el año pasado. Realmente, cuando comenzamos a intervenir nos encontramos con muchos más problemas que los detectados en el primer diagnóstico. Por ello, se retiró la totalidad de la cubierta en su primera crujía y la cúpula prácticamente ha habido que hacerla nueva”.

El ingenio del especialistas y obreros protagonistas de esas acciones se ha puesto a prueba para no detener las acciones y buscar alternativas constructivas.
“La madera de la cúpula estaba en pésimas condiciones. Se tuvieron que utilizar elementos de hormigón armado para devolverle la resistencia. Luego, irá su cubierta definitiva, que debe simular la original, pero con una variante en metal que, sin duda, será mucho más duradera”.
Lograr la perdurabilidad tiene que ser la máxima de toda obra, ya sea objeto de mantenimiento, reparación o conservación. No puede ocurrir lo que a ojos de todos ha sucedido en el Centro de Interpretación de la Ciudad de Sancti Spíritus —con raíces en principios del siglo XVIII—, conocido en la actualidad como La Maqueta, institución que prácticamente se ha venido abajo en un corto periodos de tiempo.
“Se ha mantenido inactivo desde finales de 2023. En ese momento se supo que el deterioro en las cubiertas era mucho más grave que lo detectado”.
A partir de entonces, se comenzó una labor titánica, sobre todo en tiempos de tanta escasez. Se han levantado cubiertas, rehabilitado o sustituido elementos estructurales e, incluso, se ha debido colocar un doble techo.
“Se reemplazaron soleras deterioradas por otras nuevas de hormigón y, al no contar con vigas de madera de similares características, se decidió sustituir por vigas de metal; pero cuando se miran semejan el recurso original. En cada fragmento trabajado se ha aprovechado toda la madera en buen estado”.
También se intenciona la identificación de los principales problemas que han afectado el funcionamiento del sistema eléctrico.
Cuando las puertas de dicha institución —ubicada en Independencia, muy próxima a la calle Agramonte— abra sus puertas, se prevé que sea un verdadero epicentro en la promoción cultural y del patrimonio que debe ejercer ese centro; una deuda con la añeja urbe y su ciudadanía.
Todas las obras rectoradas por la Oficina del Conservador de la ciudad de Sancti Spíritus cuentan con mano de obra de trabajadores del sector no estatal. Y, aunque se evita declarar fecha de culminación por las conocidas ausencias de recursos y financiamientos, son los mejores regalos al aniversario 511 de la cuarta villa de Cuba.
No puede ser diferente si para la entidad —aprobada en 2018 por el Consejo de Ministros— resulta una prioridad restaurar y preservar la zona priorizada para la conservación y, al mismo tiempo, mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
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