Un grito ensordecedor deja escapar las voluntades, sueños y anhelos de un grupo de adolescentes como única arma para ganar el duelo que enfrentan cada día con la cotidianidad. Lo hacen desde la rebeldía, el desafío, la inmadurez, el riesgo…; lo natural cuando se tienen apenas 17 años. Asaltan así el escenario para mediante el teatro visibilizar, comunicar y denunciar temas álgidos de la sociedad repleta de influencias en contrapunteo con las esencias de este país. Buscan cómo salvarse y salvar al resto de las tendencias negativas para unos, normales para no pocos… aferrados a que urge romper con ellas gracias a la expresión que no se escucha, pero está implícita en cada momento de la propuesta Pero habrá señales.
Es ese el estreno que llega bajo la dirección de Jose Meneses, uno de los teatristas más experimentados de Sancti Spíritus y que, en consonancia con su trayectoria y motivado por su responsabilidad como maestro, apuesta por presentar en escena a quienes están en la recta final de la carrera de profesor-instructor de arte.
“Con ellos no hay tiempo, no hay límites ni dificultades. Decidimos empezar esta aventura porque tienen que aprender todos los pasos a seguir en el montaje de una obra teatral”.
Quizá no imaginaron, ni el propio director ni el grupo de muchachos, en los primeros encuentros, que de la obra escogida para tan complejo ejercicio —El cangrejo volador, de Onelio Jorge Cardoso— a lo que hoy han logrado escenificar hay un inmenso trecho. La misma necesidad de expresar los conflictos del colectivo los condujo a crecerse frente a los públicos con un discurso punzante y reflexivo.
“Es una construcción colectiva. Cuando se disfruta de la obra se puede pensar que el consumo de drogas —un asunto que ahora mismo preocupa muchísimo a todo el país— es su leitmotiv, pero hay subyacente otro grupo de problemáticas que a todas luces llevan a que exista el fenómeno entre el grupo de jóvenes. Creo que si eso hoy es una realidad entre ellos, tiene que formar parte de los diálogos que propicie el arte hecho por y para ellos, a fin de motivarlos y, sobre todo, hacerlos pensar”.
Es así que el cangrejo volador de Cardoso se convierte en acertada alegoría de la incomprensión a lo diferente, según la perspectiva de los otros, a la necesidad de ir por nuestras aspiraciones, a romper límites y ayudar a transformar los paradigmas construidos con falsos sedimentos que rompen con los valores.
Pero habrá señales cuenta con una narrativa in crescendo desde el primer segundo de la puesta en escena, cuando encontramos a un crustáceo incapaz de seguir los compases de un insigne tema del pentagrama nacional hasta el final, cuando, más allá de todas sus experiencias en la llamada Calle de las Campanas, de la ciudad del Yayabo, donde los tiempos transcurren entre melodías de Bebeshito y el Taiger, preguntas con respuestas simplistas o ahogadas en sustancias químicas, noches largas y algunas finalizadas en reyertas… logra interpretar una cubanísima pieza de Alexander Abreu.
Un discurso conocido entre las adolescencias y juventudes que ocurre en más de un espacio público y privado. De ahí la necesidad de que Pero habrá señales, además de realizar una temporada en el Teatro Principal, de Sancti Spíritus, que inicia este fin de semana, haga suyo otros escenarios como instituciones educativas y comunidades.
Puede esta propuesta —necesaria, de impacto— marcar una ruptura con lo que hasta este momento ha prevalecido en la escena espirituana en los últimos tiempos con obras mucho menos ilustrativas de realidades actuales.
Y si bien a sus protagonistas Claudia, Cristian, Erika, Adria, Keila, Naomi e Iván les queda mucho por recorrer, en el actual estado del teatro espirituano, cada vez más deprimido por quienes buscan otros horizontes mejor remunerados y egresados de la especialidad que se niegan a retornar a la provincia, pudieran ser en un futuro cercano las voces del mundo de las tablas en este territorio.
Sería otra muestra de que sí, que los cangrejos pluman, son lindos como un tocororo y vuelan como el viento, incluso hasta tocar la punta del insigne campanario de la Iglesia Parroquial Mayor.
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