Julio Miguel Llanes confiesa que no trabaja para recibir reconocimientos; sin embargo, por méritos propios, unos cuantos cuelgan en su currículo, a los que se suma el otorgado en la jornada histórica de este 16 de abril: la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez.
«Cuento con varios vinculados a la literatura, que ha sido la razón de ser de gran parte de mi vida, pero este llega para reconocer más allá de la opinión que pueda tener un jurado sobre mis letras». Esta distinción la confieren las Fuerzas Armadas Revolucionaras (FAR) desde 1986 a personalidades que se destacan por su compromiso con el pueblo, la Revolución y su legado.
«En mi obra toda están Cuba, su historia e identidad. El que me seleccionaran para que ostente esta réplica que resguardo desde ya con mucho recelo me hace preguntarme si he cumplido bien con mi responsabilidad como escritor para con mi nación, ese lugar que me vio abrir los ojos y que desde entonces represento. Realmente, es lo máximo».

Este reconocimiento se confiere cada 16 de abril a instituciones culturales y mediáticas, así como a artistas, periodistas e historiadores, ejemplos del intelectual cubano comprometido con su tiempo.
«Soy un hombre feliz porque mi entrega literaria no solo ha recibido importantes agasajos, sino que salgo a la calle y muchas personas me demuestran su cariño. Ya eso supera cualquier premio. Al parecer mi labor no ha sido en vano».
Y quizá es esa la energía más efectiva para Julio Miguel Llanes. En su computadora más de un proyecto mantiene sus musas vivas. Mientras, en estantes personales y de instituciones se resguardan títulos como Celia nuestra y de las flores, Paquelé, El día que me quieras, Las palomas de Guillén, Che entre la literatura y la vida: notas para el corazón y la memoria y Los caminos del viento.

Ha sido en más de una ocasión avalado como el escritor más consultado, según las estadísticas de la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, y ha apostado por constituir un promotor constante de su obra. Asimismo, protagoniza con sistematicidad intercambios con sus lectores potenciales.
«Tengo problemas personales que me obligan a asumir las cosas de un señor jubilado: hacer colas y atender el hogar porque vivo solo con mi hijo enfermo, pero no dejo de aportarle a mi país. No hay actividad cultural importante en la que no me encuentren.
«Con 75 años, trabajo en un libro sobre Fidel Castro que ya precisa ser terminado, después de un largo periodo de investigación y escritura. Para el centenario del Comandante en Jefe pudiera ser ideal su publicación.
«Y acabo de entregar a la Editorial Oriente un texto dedicado a Alejo Carpentier. El escritor de Los pasos perdidos nos cuenta su vida; por lo tanto, me exigió mucho estudio y tiene algo de ficción. Aposté por que la lectura sea amena, atractiva y que emocione a los lectores».
En espera de dar esos últimos puntos finales, este autor de alrededor de 20 títulos editados dentro y fuera de Cuba vuelve a su distinción aún con olor a sorpresa.
«Es un incentivo y una inspiración. Y quizá sea un anuncio de la vida porque una de las primeras personalidades de las que quise escribir fue de ese dominicano aplatanado en Cuba, pero confieso que le tuve miedo. ¡Quién sabe, entonces, lo que pudiera surgir!».
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