Si empatara los kilómetros que ha corrido por él y por otros durante casi cuatro décadas, José Manuel Betancourt Arrozarena parecería rebasar sus 64 años de vida.
Si le suma las horas que, literalmente, regala en la preparación de atletas, la cuenta daría más. Y tal vez explicaría por qué repite como mejor activista de la provincia en el año 2024.
Es que la mano del yaguajayense estuvo en parte de los mejores resultados del deporte para personas en situación de discapacidad del territorio en ese lapso, sobre todo en el apartado de discapacidad intelectual, con el oro conseguido por la cuarteta 4×100 en los Juegos Escolares Nacionales que integró su alumno Jasiel Betancourt.
Su influjo se advirtió en los varios campeones provinciales en las diversas categorías en la modalidad de maratones, como si les transmitiera todo el aliento de sus 15 años de atleta, cuando corrió en cuanto maratón se organizara en Cuba, incluidos los Marabana y Maracuba, en los que ganó medallas de todos los colores. Su presencia se hizo sentir en las actividades recreativas de Yaguajay.
Sus saldos no fueron tampoco hijos de la casualidad. Lo entienden quienes lo ven todas las tardes, llueva, truene o relampaguee en el estadio Luis Torres, de Yaguajay, o por las carreteras hacia Mayajigua, Meneses y otros poblados. Este es el mismo hombre que en el 2008 logró que uno de sus atletas fuera recordista nacional de los Juegos Escolares en el Cross Country de 3 kilómetros. Es el mismo de los atletas que en el 2023 ganaron varias medallas en los Juegos Nacionales para discapacitados en Camagüey, tanto en los lanzamientos de la bala, el disco y la jabalina que en la carrera de 80 metros o el salto largo.
Porque, aunque los tiempos cambiaron y ganar dinero se hace más que imprescindible, José Manuel sigue varado en la misma convicción del primer día en que decidió acogerse al activismo, esa suerte de locura romántica de quienes aportan su sapiencia y su tiempo en función de los otros sin que medie remuneración salarial.
“Muchos se quedan fríos cuando les digo que no trabajo en el Inder. No es que no me haga falta el dinero, pero lo que en verdad me nutre son los resultados”, dice y asombra en tiempos en que, incluso, algunos de los que lo ganan por su trabajo no hacen lo que él. Más cuando sabes que para concretar esa retribución espiritual este hombre no repara en gastos cuando tiene que gestionar por medios propios la asistencia de sus atletas a diversos eventos, o la de él mismo cuando tiene que intervenir en los suyos cuando lo llaman en su condición de árbitro o un todoterreno.
No vive, claro está, del aire. Parte de su manutención y la de su familia penden de su labor de custodio en el hospital de Yaguajay o en el conuquito que tiene cerca de la casa y que él mismo hace producir. Tampoco es mucho, pero nada lo reconforta como saber que sus pupilos lo esperan cada día para beber de su entrega.
“Nos movemos por toda Cuba y mis atletas me siguen, hasta Baracoa hemos ido, y eso que a veces las cosas se complican por todo lo que está viviendo el país. Pero cuento con la ayuda del Inder, tanto del municipio como de la provincia, me estimulan, me tienen en cuenta para todo”.
Sigue de espaldas a quienes lo miran de reojo por su labor voluntaria. “‘El verdadero activista no trabaja por dinero, sino por los resultados, son la columna vertebral del deporte’. Eso lo dijo Fidel y soy consecuente con eso. Mi familia me apoya y me reconforta”.
Activo como el primer día, José Manuel se alista para los empeños que le esperan este 2025. Sus pupilos siguen siendo esa mescolanza de generaciones desde las categorías 13-14 años hasta los sociales, lo mismo en el deporte convencional que en el de discapacitados.
No se explica bien por qué no cuelga en su aval la condición de Vanguardia Nacional. Le duele, incluso. Aun así, repite lo mismo que hace seis años dijo a Escambray, cuando fue también el mejor de la provincia: “Seré activista mientras respire”.
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