Me honra y alegra compartir con los lectores de Escambray esta columna mensual de análisis y meditación sobre la lengua española, especialmente en su variedad cubana. Cuando la ocasión lo amerite, ofreceremos orientaciones normativas que ayuden a corregir usos impropios y censurables; pero no guía a este espacio ese único propósito, sino el aún más noble de mostrar, difundir y enaltecer toda la riqueza de un idioma que se halla entre los más hablados del mundo. Dicho esto, aquí va mi primera reflexión.»